Alba de Tormes

Alba de Tormes
Vista de Alba de Tormes. Anton van den Wyngaerde, 1570.

martes, 17 de marzo de 2015

CRÓNICA DE UN VIAJE A LA MONTAÑA PALENTINA (1ª parte).

Seguramente es anacrónico escribir sobre las experiencias vividas durante un fin de semana en estos tiempos que nos ha tocado vivir, ya muy entrado el primer cuarto del siglo XXI; ahora prima la inmediatez, enviar un whatsapp con eso que llaman un selfie o subir un post en facebook para  dejar constancia del lugar donde se está en cada momento. Reconozco que esto tiene muchas ventajas, pero no tiene el encanto de aquellas cartas semanales en papel que empezaban siempre con un "desearía que al recibo de ésta os encontréis bien, yo sigo bien gracias a Dios", de las vistosas postales enviadas cuando se hacía un viaje, sobre todo si era excepcionalmente al extranjero, o de las entrañables tarjetas de Navidad para desear "Felices Pascuas y Próspero Año Nuevo".
No soy contrario a las nuevas tecnologías y procuro utilizarlas en la medida que me permiten mis escasos conocimientos de la materia, pero me resisto a ser su esclavo; no quiero que se me caiga el mundo encima si no tengo un televisor cerca, si se agota la batería del móvil, si la cobertura es escasa o si donde estoy no hay wifi. Por todas estas razones y algunas otras que harían demasiado larga esta introducción quiero plasmar algunos momentos del encuentro en tierras aguilarenses con un grupo de amigos de "Castilla y León Románica" cuando ya han pasado varios días del evento, haciendo uso de algunas de las muchas fotografías que pude tomar en cada lugar visitado.


Habíamos salido Mariví y yo de Zamora poco antes de las cinco de la tarde del viernes 6 de marzo con un cielo totalmente despejado y una temperatura poco común en estas fechas, casi 18º C, y en menos de tres horas ya estábamos en la Posada del Monasterio de Santa María la Real, en Aguilar de Campoo.


Nos instalamos en la celda del Abad Aparicio, entiendo que muy mejorada, ya que gozábamos de cuarto de baño interior, calefacción programable, televisor y otros adelantos que el buen monje difícilmente pudo ni siquiera imaginar.



Una vez inspeccionado con calma el alojamiento y colocados con celo ropa y calzado en el armario, salimos en dirección a la villa dispuestos a comenzar la aventura palentina, no sin antes inmortalizar una parte de las instalaciones de la Posada mediante unas cuantas fotografías.


Tras recorrer el Paseo del Monasterio alcanzamos el recinto amurallado, accediendo al interior por un arco apuntado que conforma una de las siete puertas que tuvo la muralla. Muy cerca, el Puente Mayor, construido ensanchando otro de origen medieval.


Pasamos bajo el arco de la Puerta de San Roque, denominada así por su cercanía con la capilla dedicada a este santo en la calle El Puente, para alcanzar un precioso paseo junto al río Pisuerga que nos llevó hasta la Plaza España, centro neurálgico de la localidad, a la que se accede por la conocida como Puerta de la Cascajera.


En la Colegiata gótica de San Miguel encontramos a los primeros compañeros que, como nosotros, aprovechaban el tiempo hasta la hora prevista para la cena; como en el templo estaban celebrando un Vía Crucis y luego la Santa Misa, hubo tiempo sobrado para los saludos y un primer cambio de impresiones, a la vez que tomábamos las primeras fotografías en el atrio.


Siempre he sentido especial predilección por el grupo iconográfico conocido popularmente como Santa Ana Triple o la Triple Parentela; normalmente se representa a las tres generaciones sentadas, cada uno de los descendientes en las rodillas de su respectiva madre, siempre en tamaño descendente. Sin embargo llamó mi atención que aquí la abuela, Santa Ana, aparezca de pie.
Parece que este tema se empezó a representar en la Península hacia el siglo XIII como consecuencia de la creencia general en la milagrosa concepción virginal de María, aunque la proclamación del Dogma como tal no se materializó hasta mediados del siglo XIX.




En el interior, las tres naves están cubiertas con bóveda de crucería; además del retablo mayor renacentista y una imagen procesional de Jesús Caído, destacaría la pila bautismal, el Calvario de uno de los retablos laterales y uno de los varios sepulcros que alberga la colegiata en los muros perimetrales.



En el exterior, además de la imponente torre del hastial occidental, sobresalen la portada gótica de arquivoltas apuntadas sobre columnas con capiteles vegetales y el tímpano de una portada románica con  un Cristo en Majestad y cuatro ángeles portando los atributos de la Pasión, reubicado sobre una ventana saetera también románica.


Se acercaba la hora señalada para la cena en un restaurante de la misma Plaza de España y, con ella, el momento de conocer a un nutrido grupo de compañeros, con los organizadores del encuentro a la cabeza. Era momento de presentaciones, de poner rostro a cada una de las distintas personas con las que habíamos intercambiado comentarios y experiencias, pero que todavía no conocíamos.
Ya bien entrada la noche regresamos a la Posada del Monasterio, mas era imposible no fijarse en el castillo bien iluminado que preside la villa desde lo alto de un cerro cercano.


El sábado 7 amaneció espléndido después de una noche descansando en la alcoba del altillo de la celda; dimos buena cuenta del desayuno pensando en un día que se presumía movido, dado el intenso programa que nos tenían preparado, como luego realmente fue.
Visitar por la mañana seis templos en seis localidades distintas, aunque siempre en el entorno de Aguilar, no es tarea fácil, sobre todo pensando que por la tarde nos aguardaban otras cinco y; para rematar la jornada, recorrido nocturno guiado por el propio monasterio de Santa María a modo de guinda del pastel.
Para no hacer eterno el reportaje fotográfico me limitaré a ilustrar cada una de las iglesias con aquello que me resultó más llamativo, aunque no siempre será lo más artístico o característico de las mismas.

OLLEROS DE PISUERGA.- Iglesia rupestre de los santos Justo y Pastor.





Durante los siglos IX y X se producen una serie de movimientos migratorios procedentes del sur peninsular ocupado por los musulmanes; sucesivas oleadas de mozárabes se desplazan hacia el norte huyendo de persecuciones y martirios, dando lugar al fenómeno eremítico, que también se vio favorecido por los movimientos repobladores propiciados por los monarcas del Reino Astur, luego Astur-Leonés. Gentes que buscaban soledad y vida contemplativa se instalan en cuevas naturales de valles y montes, excavando en la roca sus eremitorios, que más tarde se convertirán en templos rupestres.
En las distintas ilustraciones se aprecian las dos naves con sus respectivas capillas absidales, parte de la fachada de la iglesia y la torre exenta del siglo XVII.

MAVE.- Monasterio de Santa María.




Fray Antonio de Yepes, primer historiador del monacato benedictino, en su obra Historia (o Crónica) General de la Orden de San Benito, describe así el paraje donde se asienta el monasterio de Mave: "Tiene su asiento este monasterio en tierra de Aguilar de Campo, como legua y media de aquella villa, en una vega fresca y deleitosa a orillas del río Pisuerga, que pasa muy junto a la casa y hace el puesto harto apacible, con diferentes arboledas".
De su pasado medieval sólo conserva la iglesia, ya que las otras dependencias del monasterio, hoy complejo hostelero, son de los siglos XVII y XVIII. El templo tiene planta basilical, cuyas tres naves se cubren con bóveda de cañón apuntado y los ábsides con bóveda de horno.
La portada del hastial se conforma con arquivoltas apuntadas, decoradas con baquetones, medias cañas y dientes de sierra.






En los diferentes mosaicos fotográficos superiores se pueden apreciar los capiteles de las columnas en que apoyan las arquivoltas de la portada del hastial, unas rejas formadas por un astil y espirales laterales con forma de C inversa, muy características del siglo XII, la decoración en dientes de sierra de las arquivoltas y la cúpula semiesférica del crucero, que apea sobre trompas utilizadas para transformar en octogonal la planta cuadrada del cimborrio, el documento epigráfico en uno de los sillares interiores del hastial con la fecha 1200 en años, poco corriente en aquella época al datarse en eras habitualmente, y un ángel en un sillar del muro perimetral de la nave del evangelio, así como las bóvedas de horno de los ábsides, decoradas con pinturas de los siglos XIV o XV, y los presbiterios, que se cubren con bóvedas de cañón apuntado.

POZANCOS.- Iglesia de El Salvador.




Templo de dos naves, una levantada a finales del siglo XII y la otra durante el siglo XIII, que estuvo en sus orígenes bajo la protección de Alfonso VIII.
Son de buena factura los capiteles figurados de las columnas sobre las que apean las arquivoltas de la portada, representando, entre otros temas, a Adán y Eva en el paraíso y una lucha entre caballeros.
Reseñable, igualmente, es la ventana del muro sur del presbiterio, en cuyo pequeño tímpano se representa también un combate entre dos guerreros, en esta ocasión, a pie.




Del exterior hay que detenerse a contemplar, además de la portada, una excelente colección de canecillos  y capiteles de columnas que soportan la cornisa, así como otros capiteles de las columnas que soportan arcos de medio punto en  diferentes ventanas del ábside y presbiterio.




Del interior, que carece de decoración original románica, destacar el retablo mayor del templo, así como  las imágenes de algún altar y retablos laterales, tales como un Calvario, una Piedad, Santa Ana Triple o una adoración de los Magos.
La pila bautismal, de forma troncocónica invertida, está muy deteriorada, pero se distingue claramente un león, así como decoración vegetal y cruciforme en distintos círculos.

GAMA.- Iglesia de San Andrés Apóstol.



En un hermoso paraje entre montes y valles, a los pies de un castillo hoy en ruinas, encontramos la pequeña localidad de Gama, cuya iglesia románica, de reducidas dimensiones y con fábrica de sillería, presenta ábside semicircular con tramo recto presbiteral y una preciosa espadaña de tres vanos rematada con una cruz en el hastial occidental.




Aunque ha sufrido distintas remodelaciones, entre ellas el desplazamiento del muro meridional para ampliación de la iglesia, conserva una buena colección de canecillos, muchos historiados, entre los que sobresale el conocido como "El Lector".
La portada presenta arquivoltas, ligeramente apuntadas, con baquetones y escocias. En la imposta, sobre la jamba izquierda desde el punto de vista del espectador, se lee un epígrafe con el texto ERA MCCXXVIII.



En el interior conserva el arco triunfal románico; en los capiteles de las columnas que sostienen dicho arco, Daniel en el foso de los leones y el enfrentamiento de dos caballeros, separados en esta ocasión por un busto de mujer.
Como bien nos señaló nuestra inmejorable guía, Cristina, esta representación es una de las habituales para ilustrar la denominada "Paz de Dios", donde una dama ejerce de mediadora en el combate. Dicha "Paz de Dios" consistía en la protección especial establecida por la Iglesia para defender sus bienes de la codicia de los nobles ante el evidente declive de la autoridad real; con esto no pretendía abolir las guerras, ya que apoyó a aquellos que luchaban a favor de sus intereses, sino controlarlas. Al tiempo, estableció la denominada "Tregua de Dios", que prohibía combatir en ciertos días considerados litúrgicos. Con la institución de estos dos fenómenos, la Iglesia invitó a los caballeros a encauzar la guerra fuera de la Cristiandad, contra los infieles, fomentando el espíritu de Cruzada.

CABRIA.- Iglesia de San Andrés Apóstol.



En un pequeño altozano encontramos la pequeña localidad de Cabria, que perteneció al dominio monástico de Santa María la Real; dista unos cinco kilómetros de Aguilar y actualmente cuenta con menos de cuarenta habitantes; su iglesia parroquial, de dos naves, está bajo la advocación de San Andrés y fue consagrada, según la inscripción de su portada, en 1222.
La torre cuadrada adosada a los pies del templo parece obra de los siglos XVI o XVII, cuando se levanta reaprovechando sillares románicos el ábside de la nave de la epístola.




En el arco apuntado de la portada sur figura el epígrafe correspondiente a su consagración, que reza textualmente: En la era 1260 fue consagrada esta iglesia por el obispo de Burgos, Mauricio, a cuatro días de las kalendas de mayo, es decir, el 28 de abril de 1222.
Una chambrana decorada con panales de abeja protege las seis arquivoltas decoradas a su vez con motivos vegetales, geométricos, de ajedrezado, etc.



Los capiteles de las columnas que soportan las arquivoltas están decorados con motivos vegetales, animales fantásticos como grifos o dragones y una escena que muestra a Adán y Eva en el Paraíso; también los correspondientes cimacios están muy decorados con motivos vegetales entrelazados.



En el interior destaca la decoración de los dos capiteles del arco triunfal. En el correspondiente al lado de la epístola aparecen distintas aves afrontadas que alimentan a sus crías, mientras que en el del lado del evangelio volvemos a encontrar la lucha entre dos caballeros. Los cimacios están decorados, respectivamente, con trama de panel de abeja y hojas de cuatro pétalos inscritas en círculos.



En el ábside se aprecia la típica bóveda de horno o cascarón y en el presbiterio la de cañón apuntado. Un ventanal con arco de medio punto permite la iluminación de este espacio. En él recibe culto una imagen en madera policromada de la Virgen con el Niño de estilo gótico, datada a finales del siglo XIV.
En el muro sur del presbiterio se abre una arco de medio punto que da acceso a la sacristía.


Merece ser mencionada también una pila bautismal gallonada situada a los pies de la iglesia, bajo el coro alto, que se puede datar en el siglo XVI.



Los canecillos que soportan el alero están por lo general muy deteriorados, algo menos los del ábside, bajo cornisa sogueada; algunos muestran elementos vegetales y animales, así como modillones, nacela y bocel o figuras humanas.

CEZURA.- Iglesia de Santiago Apóstol.



Si pequeña era la localidad que dejábamos atrás, ésta de Cezura parecía incluso menor; no obstante, alguna de sus viviendas está construida con excelente sillería y presenta a ambos lados de la puerta de acceso sendos poyos de piedra de aspecto más que sólido.
La iglesia dedicada a Santiago, restaurada hace pocos años por la Fundación Santa María la Real, se encuentra a las afueras del pueblo; de origen románico, en el siglo XVI sufrió una importante remodelación que suprimió la portada meridional primitiva, sustituyéndola por otra renacentista que presenta un arco de medio punto y arquivoltas, decorada la exterior con casetones; está enmarcada por dos columnas de fuste estriado.



Continuando con la descripción del exterior, es de señalar la perfecta delimitación del atrio, amplio y bien cuidado, aunque se haya reducido en algunos sectores al adosar al templo distintas dependencias.
A los pies de la nave primitiva, una torre rectangular levantada igualmente a finales del siglo XVI, en la misma campaña que el pórtico de entrada actual.




En el ábside de testero recto se abre una ventana con arco de medio punto y chambrana; las dovelas están decoradas, sobresaliendo la figura de un sapo bien conservada. Los capiteles de las columnas están muy erosionados, lo que dificulta la identificación de los temas que desarrollan; a decir de los expertos serían unos grifos afrontados y Daniel en el foso de los leones.



Destacan los canecillos del muro sur del ábside, una muestra de los cuales figuran en el  mosaico fotográfico inferior, representando, respectivamente, un personaje femenino junto a una serpiente, un personaje masculino, un arquero y lo que parece ser un ave.



Por lo que respecta al interior del templo resaltan los capiteles de las dos columnas que soportan el arco triunfal; en el del lado del evangelio volvemos a encontrar una vez más el tema de la dama mediadora entre dos caballeros combatiendo, mientras que en el lado de la epístola aparece Sansón desquijarando al león.
No he podido por menos que confeccionar el mosaico con este capitel visto desde cuatro ángulos diferentes, ya que en las excelentes explicaciones con que nos ilustraba Cristina durante los trayectos en el autobús dio un juego excelente, a propósito principalmente de la vista lateral en la que un personaje sostiene la cola del león con su mano derecha mientras trata de cortarla con el cuchillo que sostiene en la izquierda.



Para finalizar el recorrido por el interior de esta iglesia de Santiago, mencionar el arco triunfal apuntado de la nave norte y la bóveda de cañón apuntado que cubre el presbiterio y ábside de la misma, así como la armadura de madera que cubre dicha nave, de parhilera o mojinetes, como bien se aprecia en la ilustración.
También señalar la pila bautismal, con copa sin decorar en forma de tronco de cono invertido, lo que hace más difícil su datación, así como restos de policromía en uno de los muros perimetrales.

Llegaba la hora de regresar a la base en la Posada del monasterio para reponer fuerzas y asimilar las muchas vivencias acumuladas durante la mañana en un recorrido muy intenso en contenido por las iglesias rurales cercanas a Aguilar, con la mente ya puesta en las visitas de la tarde, que, a tenor de lo sucedido hasta entonces, se presentaba también con grandes expectativas.
Parafraseando el capítulo primero del Génesis, "y hubo tarde y mañana, día primero".