Alba de Tormes

Alba de Tormes
Vista de Alba de Tormes. Anton van den Wyngaerde, 1570.

sábado, 4 de junio de 2016

SAN JUAN DE PUERTA NUEVA. ZAMORA.

No habrá mejor manera de comenzar, con seguridad, que atendiendo a las indicaciones ofrecidas por una columna informativa en las inmediaciones del templo.


Ubicado en la actual Plaza Mayor, fue edificado en la segunda mitad del siglo XII junto a la puerta más oriental del primer recinto amurallado, la Puerta Nueva, que, junto a la advocación a San Juan Bautista, acabaron por darle su denominación.
Ha sufrido numerosas transformaciones durante todos estos siglos, entre las que merecen ser destacadas la unificación de las tres naves originales y el hundimiento de la torre, que arrastró consigo parte del templo, en 1559. También hay que señalar la desaparición del claustro adosado al muro norte a principios del siglo XX, así como de las viviendas y soportales que conformaban la Plaza, junto a la cabecera de la iglesia, en los ochenta de dicho siglo.
Mencionar, como curiosidad, que en esta iglesia fue bautizado en 1852 el escritor Leopoldo Alas "Clarín".























Levantado en sillería arenisca local, del templo original románico solamente se conservan las fachadas meridional y septentrional.
Cerca de la cabecera, al sur de la iglesia, el Merlú, obra en bronce de Antonio Pedrero datada en 1996. Representa a dos congregantes de la Cofradía de Jesús Nazareno, más conocida por la Congregación, cuya misión consiste en avisar al resto de cofrades para que acudan a la procesión la madrugada del Viernes Santo por medio de una corneta con sordina y un tambor destemplado.



La iglesia, al exterior, presenta triple cabecera de ábsides cuadrangulares, que se corresponden con las tres naves de que constaba en un principio; debido a las numerosas restauraciones, seguramente sólo queda original de dicha cabecera el ábside meridional, aunque el central y el septentrional se reedificaron imitando los primitivos. La torre, caso único en Zamora capital, se levanta sobre la capilla mayor. 
Dicha torre, con la denominación de atalaya, que deja bien clara su función, ya precisó de reparaciones a principios del siglo XVI; pocos años después, en 1531, se solicitan los servicios de Rodrigo Gil de Hontañón para consolidar el templo, particularmente la citada torre. Según el profesor Vasallo Toranzo, entre los trabajos que realiza el prestigioso arquitecto renacentista se encontraría el volteo del arco formero del lado de la epístola desde la cabecera a los pies de la iglesia, así como los arcos torales que sostendrían las bóvedas de las capilla norte y mayor.
A pesar de todo, en diciembre de 1559 la torre se vino abajo arrastrando con ella buena parte del lado del evangelio.



En 1564, según consta en una inscripción del interior del templo, se comienza su reconstrucción; a partir de entonces, según acuerdo suscrito entre la Diócesis y el Ayuntamiento, la torre pasó a ser propiedad de éste, volviendo a titularidad eclesiástica en 1899 a cambio de los terrenos donde se asentaba la iglesia de San Salvador de la Vid, donde se edificó el actual Mercado de Abastos.
En 1642, sobre el chapitel que coronaba la torre, se colocó a modo de veleta el Pero Mato, un arnés del siglo XVI en hierro y acero con la figura de un guerrero; en las obras del arquitecto Pedro Vidal ejecutadas a finales del siglo XIX y principios del XX se desmochó la torre, suprimiendo el chapitel. El Pero Mato está actualmente expuesto en el Museo de Zamora, pero se conserva una reproducción sobre la cubierta de la torre.



























Para finalizar con este apartado, la torre, en nuestros días, no sólo ha perdido su carácter defensivo, sino también una pintura de la Anunciación, obra de 1604, y el reloj del Concejo, encargado de regular las actividades comerciales y mercantiles de la ciudad mientras existió.
El acceso a la misma se realiza por una escalera de caracol situada en un cuerpo cuadrangular adosado a la nave sur y mediante un tramo exterior en la parte superior.



























Aunque la cubierta del ábside de la epístola fue elevada y realizada de nuevo, posiblemente el resto sea románico; así, el ventanal presenta una saetera abocinada, arco de medio punto de bocel y mediascañas y chambrana de nacela; las columnas tienen capiteles decorados con acanto y cimacios que se prolongan en una imposta que recorre el testero.





















En la fachada sur de este ábside también se aprecia que los sillares están muy renovados, ya que tuvo adosada una estancia de la que aún se conservan algunas huellas ; el alero es completamente nuevo salvo el canecillo más occidental, lógicamente el más deteriorado, pero de forma troncopiramidal invertida, lados curvos y cuatro hojas lanceoladas como sus compañeros.
La ventana también está muy restaurada, fundamentalmente en la saetera, fustes de las columnas y capiteles de la izquierda del observador; tiene doble arco cuyas dovelas están molduradas en zigzag con nacela perlada flanqueada por medios boceles; la chambrana ha desaparecido y los capiteles originales están sumamente erosionados.


A continuación encontramos el cuerpo cuadrangular, ya citado, que contiene la escalera de caracol de subida a la torre. Da la sensación de estar desmochado, tal vez por ser muy evidente el uso de sillares nuevos en su parte alta.
Exteriormente, de abajo a arriba, se observa un arcosolio funerario de medio punto muy restaurado; hacia el medio, una saetera pequeña y un canzorro; más arriba, una imposta con moldura de listel, nacela y bocel, tan común en muchos templos de la capital.



























Todavía en el primer tramo de la nave, junto al cuerpo adosado conteniendo la escalera, encontramos un ventanal con saetera enmarcada por arco doble de medio punto con moldura de bocel y mediascañas que sostienen cuatro columnillas, cuyos capiteles están decorados con hojas lanceoladas vueltas en su extremo; el conjunto está protegido por chambrana.
Por encima, el alero probablemente primitivo soportado por canecillos troncopiramidales de hojas lanceoladas y lados curvos, acompañados por alguno similar pero con dos bolas. Encima, prolongándose por toda esta fachada, lo que parece un parapeto defensivo o adarve.























En el segundo tramo de la nave meridional, que sobresale de los otros dos, la espléndida portada flanqueada por dos esbeltas semicolumnas con podium de arquillos ciegos, sin duda deudores de la Puerta del Obispo de la catedral.
Está formada por tres arcos de medio punto, los dos exteriores decorados con casetones cuadrangulares que contienen flores octopétalas con roseta central, tanto en el frente como en el intradós. Se apoyan en grupos de tres columnas de fustes variados, lisos, con molduras helicoidales, en zigzag y vegetales; los capiteles están decorados con pencas y el ábaco con tacos, mientras que el basamento repite los arquillos ciegos ya vistos en las semicolumnas que flanquean la portada.
El arco interior también se decora con casetones, que aquí contienen hojas dentadas, pequeñas rosetas y otros detalles vegetales; dando paso a la segunda arquivolta, un listel decorado con hojas lanceoladas de cuatro pétalos. La rosca se apoya en jambas cuyos capiteles y basamentos repiten la decoración de las columnas.
El conjunto está protegido con una chambrana de listel y nacela.





















Los cimacios de jambas y columnas de la portada están formados por listel, nacela y bocel; en el situado al oeste se ve una inscripción con letra carolina que los expertos datan en el siglo XIII.
HIC EST MARINA FERNA(n)DI FILIA FERNA(n)DI CAPITIS ET ...
... DE SEI(us) PAT(er) ET MAT(er) ET VIR E(ius).
Se podría interpretar como: "Aquí está Marina Fernández, hija de Fernando Cabeza y .... la anhelan su padre, su madre y su esposo". No se lee el nombre de la madre.


Encima de la portada se sitúa el rosetón más emblemático de todos cuantos decoran las iglesias capitalinas; la tracería está conformada por ocho arquillos de medio punto con aristas perladas y columnillas radiales, cuyos capiteles vegetales se unen en un círculo central que contiene una cruz patada, decorada a su vez con hojas nervadas y planas.
A ambos lados del mismo, y recorriendo toda la fachada, unos canzorros evidencian la existencia de un pórtico que cubriría el acceso al templo por este costado.
Sobre el rosetón, un tejaroz sostenido por una cornisa con canecillos troncopiramidales de hojas lanceoladas y bolas similares a los ya descritos anteriormente, influenciados sin duda por los existentes en la catedral. Sobre la cornisa, el adarve o parapeto compuesto por dos alturas de sillares que confieren al templo su carácter defensivo.





















En cuanto al tercer tramo de esta fachada meridional, decir que los paramentos están muy restaurados, incluso la saetera que se abre ya muy cercana a un cuerpo poligonal que remata aquélla en el extremo occidental y parece también desmochado, como el cuadrangular del otro lado.
Aloja en su interior una escalera de caracol para acceso al adarve, ya mencionado en numerosas ocasiones, que recorre la fachada sur. En una de sus caras se ha abierto un arcosolio funerario muy apuntado, que junto a la imposta sobre él, corresponden a una reforma de época gótica.




La fachada occidental fue muy transformada a finales del siglo XIII; presenta una portada con arquivoltas ojivales donde proliferan las molduras de boceles y mediascañas, además de decoración vegetal a base de grandes hojas y florones; encima, un gran ventanal también gótico de claraboyas y parteluces.
El resto de esta fachada es consecuencia de las reparaciones y reformas efectuadas a mediados del siglo XVIII y en el pasado siglo XX. A modo de ejemplo, en 1759 se añadió una portada obra de José de Churriguera que fue desmontada en las restauraciones del siglo pasado.





















El muro norte sólo conserva de su pasado románico la portada, el rosetón y el paramento del tercer tramo; los contrafuertes se añadieron a finales del siglo XVI, cuando se abrió en el primer tramo una capilla dedicada a la Piedad, excepto el más occidental, que bien pudiera ser de la fábrica primitiva.
En el tercer tramo se conserva también un arcosolio funerario de medio punto y buena parte del alero.
La portada consta de un arco de medio punto doblado decorado con boceles y mediascañas trasdosado con chambrana de nacela.





















El acceso está cegado y en su centro se ha colocado una clave de bóveda con la representación del Agnus Dei portando una banderola.
Las columnas que soportan las arquivoltas tienen capiteles lisos rematados en tacos y fustes también lisos; los cimacios están moldurados con listel, escocia y bocel, al igual que algunas impostas y otros cimacios ya mencionados, muy característicos del románico zamorano.


Sobre la portada septentrional aparece un rosetón que presenta un círculo central decorado con hojas carnosas sobre el que apoyan unos hexágonos irregulares decorados con botones rosáceos de tres gajos componiendo una especie de estrella de seis puntas; el círculo externo es liso y biselado.
Es idéntico a los dos que se abren en las fachadas norte y sur de la iglesia de Santiago del Burgo y al del testero de la nave de la iglesia del Espíritu Santo.





















En el momento de su construcción el templo tenía tres naves de tres tramos cada una, pero ya en el siglo XVI su espacio interior se unificó, volteándose dos grandes arcos de medio punto que sustituyeron a los arcos formeros originales.
Se conservan las tres capillas absidales correspondientes a cada una de las naves primitivas, aunque muy modificadas, especialmente la mayor y la del evangelio, que se reconstruyeron completamente en 1564 tras el derrumbe de la torre en 1559.





















Como consecuencia de la unificación del espacio interior se sustituyeron las primitivas bóvedas por un artesonado de par y nudillo en la nave central y armadura de machones en las laterales, que tuvieron que ser parcialmente renovados tras el aplastamiento sufrido por la caída de la torre. Ya en el siglo XVIII se cubrió todo con bóvedas de yeso, que fueron eliminadas en las reformas de los años 80 del pasado siglo XX.








































Del arco triunfal de la capilla mayor se conservan las semicolumnas adosadas a pilares cuadrangulares, del triunfal de la capilla de la epístola el cuerpo del pilar norte y del triunfal de la capilla del evangelio el pilar y la semicolumna meridionales.
En las obras realizadas a partir de 1564, tras el derrumbe de la torre, se cubrieron las tres capillas con bóvedas de terceletes, que sustituyeron a las existentes hasta entonces, probablemente, de cañón, se voltearon los respectivos arcos triunfales y también el arco que comunica la capilla mayor con la de la epístola.



   















            


















El muro meridional aparece dividido en los tres tramos originales por semicolumnas adosadas a pilastras, que en su día soportarían seguramente los arcos fajones correspondientes, aunque hoy ya no cumplen función alguna; las basas sobre podium y plinto, al tiempo que los capiteles se sitúan bajo cimacios con molduras de listel, nacela y bocel, como tantos otros del templo, que se prolongan en impostas que recorren todo el muro.
En el primer tramo encontramos la puerta de acceso a la escalera de subida a la torre y un ventanal con saetera ya descrita en el exterior. En el segundo, la portada sur y el rosetón, idéntico en su estructura y decoración al del exterior. En el tercero, dos arcosolios apuntados donde se exponen diversas piezas arquitectónicas procedentes de excavaciones y rehabilitaciones.








En el muro norte de la capilla del evangelio, sobre una representación del Agnus Deiaparece la inscripción donde se detalla la caída de la torre en 1559 y la reconstrucción acometida en la iglesia a partir de 1564 con las "limosnas de los feligreses y las buenas gentes".
En el primer tramo del muro de la nave se conserva una reja labrada a finales del siglo XVI para la capilla de la Piedad, hoy desaparecida; en el mismo lugar recibe culto la Virgen de la Soledad, obra del imaginero Ramón Álvarez, datada en 1886. Junto a la reja citada, un púlpito renacentista.
En el segundo tramo, que al exterior lleva la portada románica, se abrió en 1585 un nicho de arco escarzano enmarcado por medias pilastras, con dos relieves en las enjutas, que se dedicó a la Virgen de la Consolación. Por encima, el rosetón ya mencionado al tratar el exterior.
En el tercer y último tramo hay una hornacina o arcosolio con la estatua yacente de Juan Ordóñez y, sobre ella, sus escudos a base de diez roeles y un tercero sostenido por dos ángeles tenantes en un friso que también lleva decoración de cardo; los expertos consideran que es gótico del siglo XV.





















El retablo mayor fue ensamblado por Juan de Montejo el Viejo hacia 1600; posteriormente fue dorado y pintado por Cristóbal Ruiz y Alonso de Remesal el Joven ya en 1624.
Como se aprecia en las ilustraciones, generalmente acoge en el primer cuerpo de la calle central una imagen de la Virgen con el Niño, que en ocasiones es sustituida por la Virgen de la Soledad con motivo de algún besamanos.


En el centro del banco está representada la Última Cena; a ambos lados, relieves con los evangelistas  y los martirios de Santa Águeda y Santa Apolonia.
Aquélla fue una virgen y mártir natural de Catania que vivió en el siglo III; sufrió martirio en las persecuciones ordenadas por el emperador Decio. Se la suele representar con los pechos en una bandeja que porta ella misma o bien, como en este retablo, sufriendo el arrancamiento de los senos por verdugos manejando grandes tenazas.
Santa Apolonia también sufrió martirio en el siglo III, en este caso en Alejandría durante las persecuciones contra los cristianos; antes de ser quemada en la hoguera le arrancaron todos sus dientes, tal como aquí es representada.
En el primer cuerpo, en la calle central, recibe culto una Virgen con el Niño en brazos datada en el siglo XVIII y atribuida a Antonio Cifuentes. En las calles laterales, relieves de la Visitación a la izquierda y San Juan Bautista hablando con dos personajes, que los expertos identifican con un fariseo y un saduceo, a la derecha.


En el segundo cuerpo, en la calle central, una imagen del titular del templo, San Juan Bautista; en las calles laterales, relieves que representan el Bautismo de Jesús, a la izquierda, y la Degollación del Bautista, a la derecha del observador.


En el ático, calle central, el grupo del Calvario; a ambos lados, en las calles laterales, Herodías y Salomé solicitando de Herodes la cabeza del Precursor, a la izquierda, y los mismos personajes con la cabeza del Bautista ya en una bandeja, a la derecha.
En el remate del retablo, un busto de Dios Padre sujetando la bola del mundo con su mano izquierda.







En la capilla de la epístola hay un retablo barroco adornado con columnas salomónicas y estípites que se apoya en soportes antropomorfos de piedra; en el cuerpo aparece una imagen de San Ildefonso arrodillado ante la Virgen, que sostiene al Niño en su brazo izquierdo y sujeta un pecho con la mano derecha para derramar unas gotas de leche sobre los labios del santo, en recompensa por los elogios que éste siempre le dedicó a lo largo de su vida. El grupo escultórico, que está magníficamente estofado, procede de la capilla de los Ciento, hoy desaparecida.
En el ático se sitúa una imagen de la Inmaculada Concepción. Entre los soportes pétreos se ha colocado un relieve del siglo XVI atribuido a Juan de Montejo que representa Los Desposorios de la Virgen.



En la capilla del evangelio se ubica otro retablo barroco de las mismas características que el de la capilla de la epístola; en el cuerpo del mismo se venera una imagen de San José con el Niño, antes en la iglesia de San Cipriano, y en el ático otra de San Cristóbal.
En el muro norte encontramos un relieve atribuido a Juan de Montejo, datado en el siglo XVI, representando la Adoración de los Magos

























Destacar también la pila bautismal gallonada situada en el centro de la capilla y el Sagrario del banco del retablo con la figura pintada de un Agnus Dei sosteniendo una banderola con sus patas delanteras y recostado sobre el Libro de los Siete Sellos.





















En el muro norte del templo hubo una capilla cuyos promotores, Francisco García y su mujer Beatriz de Vargas, la dedicaron a la Virgen de la Consolación en 1585. El retablo fue ensamblado por Juan Ruiz de Zumeta y Tomás de Troas el año siguiente, aunque fue modificado en época neoclásica.
En el zócalo, actualmente, se han reaprovechado relieves realizados por Ruiz de Zumeta en 1604 que representan la Imposición de la casulla a San Ildefonso, con San Pedro y San Pablo a ambos lados.






















En el banco, San Pedro en el centro flanqueado por Santa Lucía y Santa Catalina de Alejandría.


















Más a los costados del banco, los relieves de La Anunciación y La Visitación.


En el cuerpo del retablo, la titular del mismo, la Virgen de la Consolación, tallada en 1588 y restaurada en 1803, cuando se ocultó su estofado original; aparece sentada, con el Niño desnudo y sentado, a su vez, sobre la pierna derecha de su Madre. Esta advocación está muy arraigada entre los agustinos, que la representan generalmente sujetando la correa de su hábito con la mano derecha; en esta imagen vemos que esa mano está mutilada y solamente le quedan los dedos medio y corazón.






































En las calles laterales se han colocado las imágenes de San Crispín y San Crispiniano, mártires cristianos del siglo III, patronos de los zapateros, en el cuerpo superior y dos de San Juan Bautista en el inferior.


En el ático, como suele ser habitual, un busto de Dios Padre como creador del universo, sujetando la bola del mundo en su mano izquierda al tiempo que levanta la derecha.




















Conviene también destacar un excelente Calvario gótico situado sobre el arco triunfal de la capilla mayor, así como dos tallas que se han situado en una capilla a los pies de la nave meridional, representando respectivamente a Santa Ana y al arcángel San Miguel.





















La mencionada capilla está cerrada con una reja del siglo XVI y alberga la imagen de Jesús Nazareno, tallada en el siglo XVII para la Cofradía de la Vera Cruz.




Nada mejor para finalizar este recorrido por la iglesia de San Juan de Puerta Nueva que la imagen de la Virgen de la Soledad que talló en 1886 el imaginero natural de Coreses Ramón Álvarez para la Cofradía de Jesús Nazareno, popularmente conocida como La Congregación.



FUENTES.-

- RIVERA DE LAS HERAS, J.A. "Por la catedral, iglesias y ermitas de la ciudad de Zamora". 
  Edilesa, 1ª edición. 2001
- GARCÍA GUINEA, M.A. y PÉREZ GONZÁLEZ, J.M. "Enciclopedia del Románico en Castilla y León.     Zamora". Fundación Santa María La Real. Centro de Estudios del Románico. 
 Aguilar de Campoo, 2002.
- FERRERO FERRERO, F. "La configuración urbana de Zamora durante la época románica".
  Studia Zamorensia. ISSN 0214. Nº 8. 2008
- CABAÑAS VÁZQUEZ, C. "Las huellas del tiempo en el plano de Zamora". Ayuntamiento de Zamora     2002