Este pequeño templo románico es, a juicio de los expertos, uno de los más antiguos de toda la provincia; parece que fue construido a finales del siglo XI o comienzos del XII, posiblemente aprovechando el auge que vivió la ciudad a raíz de la repoblación de Raimundo de Borgoña.
No obstante, si hacemos caso a la tradición y a las afirmaciones del Romancero, aquí fue armado caballero el Cid, lo que implicaría retrasar su construcción hasta la primera mitad del siglo XI.
Levantado a la falda del Castillo, muy cerca del Campo de la Verdad y del arrabal de Olivares, es conocido como Santiago el Viejo, Santiago de los Caballeros y Santiago de las Eras. La primera referencia documental de esta iglesia está fechada en 1168 y hace referencia a una carta de donación de una parte de la misma a la Catedral. Se desconocen los motivos de su erección, aunque las referencias documentales parecen señalar que era iglesia particular y que nunca fue parroquia.
Iglesia de una sola nave con portada en el muro meridional, ábside semicircular y pequeño tramo presbiteral recto, fue levantada en piedra arenisca local, con lienzos tanto de sillería como de mampostería.
En el hastial presenta un sencillo campanario levantado en ladrillo.
En las dos fotografías superiores, correspondiente la primera al muro septentrional y la segunda al meridional, se aprecia que la nave es más alta que el ábside y el presbiterio, así como que la parte más cercana a la cabecera, sobre todo en aquel, presenta fábrica de sillería fundamentalmente, mientras que a los pies se levanta con mampostería, al igual que el recrecido que se efectuó en todo el templo y que propició la desaparición del alero original.
El ábside es semicircular, predominando la sillería; todo indica que solamente la parte norte es original, al tiempo que la sur se debe a una reconstrucción posterior, aunque mucho más antigua que la zona del zócalo, muy posterior.
En su frente se abre una saetera abocinada de reducidas dimensiones. Al igual que la nave, se recreció desapareciendo el alero.
El presbiterio es más ancho que el ábside, aunque de la misma altura, y fue levantado también en sillería; a pesar del recrecimiento posterior, en su lado norte conserva parte del alero, con algunos canes muy deteriorados.
La sencilla portada se abre en el muro meridional, reconstruido mayoritariamente en mampostería como ya se dijo, excepto en esta parte, lo que parece indicar que en dichas intervenciones posteriores se conservó cuanto se pudo de la original.
Presenta dos arquivoltas con dovelas sin decoración formando arcos de medio punto que apoyan en impostas y pilastras muy deterioradas, algunos de cuyos sillares han sido sustituidos por otros más modernos. Protege todo el conjunto una chambrana ajedrezada, igualmente muy erosionada.
La actual bóveda de horno claramente se constata que no es la original del templo, sino producto de transformaciones y reformas muy posteriores.
En el presbiterio destacan dos grandes arcos ciegos de medio punto, uno a cada lado, así como la mesa de altar románica, consistente en una gran losa achaflanada. La bóveda que cubre este tramo es de cañón.
No obstante, lo más llamativo es el gran arco triunfal estructurado como una portada, que no tiene parangón en ningún otro templo de la ciudad; está formada por tres arquivoltas de medio punto, las dos exteriores molduradas con un grueso bocel, muy característico del románico más antiguo.
Las arquivoltas apoyan en semicolumnas las interiores y en cuartos de columna acodilladas las otras dos; sobre un podium, las basas de las columnas interiores están constituidas por un grueso toro, que en el lado del evangelio se adorna con hojas enrolladas, y una escocia, decorada con bolas. Las otras basas están muy erosionadas y es difícil apreciar si han perdido la decoración o eran lisas ya en origen.
Los capiteles, tanto los del lado del evangelio como los del lado de la epístola, son muy toscos y, según los expertos y estudiosos del tema, de complejo significado y difícil interpretación.
El capitel que corona al cuarto de columna de la arquivolta exterior del lado del evangelio está decorado con hojas de distintas formas situadas unas sobre otras , apreciándose también lo que parecen flores o tal vez una bola.
El cimacio a su vez se decora con ovas que contienen hojas palmeadas y dos pequeñas cabezas antropoides.
El correspondiente a la arquivolta central, así como el resto, es historiado; aparecen dos figuras humanas, un hombre y una mujer con falda, rodeados ambos por una serpiente, lo que hace pensar en una representación de Adán y Eva en el Paraíso.
En el cimacio, una cabeza posiblemente porcina de cuya boca salen tallos que forman ovas, donde se aprecian unas bayas.
El que se sitúa cercano a la cabecera es más complejo; hacia la nave se observan de nuevo dos figuras humanas, en este caso ya vestidas, lo que ha llevado a pensar en Adán y Eva una vez cometido el pecado original. Junto a ellos, en el frontal y en la cara hacia el presbiterio, cuadrúpedos con sus cabezas juntas, que se han identificado con leones.
En el cimacio, roleos u ovas que encierran algún tipo de flores que, en algunos de ellos, recuerdan a flores de lis.
Ya en el lado de la epístola, siguiendo el mismo orden, desde la nave hacia el interior de la cabecera, encontramos el capitel que posiblemente sea el mejor trabajado; presenta dos leones afrontados que sostienen una bola con una de sus respectivas patas delanteras levantadas.
En el cimacio, hojas palmeadas en ovas y piñas.
En el capitel central de este lado aparecen dos aves, quizás águilas, afrontadas y con las alas plegadas; junto a ellas, una mujer con los brazos cruzados sobre las rodillas y con las piernas abiertas mostrando una enorme vulva.
En el cimacio las repetidas ovas con hojas palmeadas y una cabeza zoomorfa.
Por último, en el más próximo a la cabecera, tres cuadrúpedos, tal vez leones, mucho menos trabajados en cuanto a los detalles y el relieve que los del otro capitel de este mismo lado de la epístola; los del frontal y la cara del presbiterio están afrontados.
La decoración del cimacio es vegetal, a base de tallos rodeados por ovas.
Bajo el arco triunfal hay un enterramiento, delante de la mesa del altar, en cuya losa sepulcral se aprecian restos epigráficos de difícil lectura.
En el primer tramo de la nave, delimitado por dos pilastras, hay unos bancos corridos; su parte superior está moldurada mediante tres boceles. Este primer tramo tiene fábrica de sillería, mientras que el resto de la nave ha sido levantada con mampuesto en su mayoría, seguramente debido a las distintas intervenciones a lo largo de los siglos.
Las dos pilastras citadas llevan adosadas sendas semicolumnas que se elevan sobre un podium; los correspondientes capiteles son historiados, aunque de difícil interpretación por la enorme proliferación y abigarramiento de sus figuras.
Parece que estaban destinadas a recibir un arco fajón, aunque se desconoce si llegó a voltearse; otro tanto sucede con la posible bóveda, ya que los paramentos de sillería del primer tramo de la nave llegan casi hasta la armadura de parhilera actual, mucho más arriba, en virtud de los recrecimientos posteriores, de lo que debería haber estado la bóveda, de la que tampoco quedan restos visibles junto al arco triunfal.
En el capitel del lado del evangelio destacan, por debajo de las figuras, el collarino de doble sogueado, muy característico en el prerrománico, y una decoración vegetal formada fundamentalmente por tallos verticales vueltos en la parte superior, junto a una piña y una ova conteniendo una hoja palmeada similar a las que adornan el cimacio.
En la cara hacia los pies del templo se aprecia un león al que un personaje abre las fauces, mientras otro cabalga a sus lomos y sostiene algún tipo de objeto con la mano derecha, tal vez una bola.
En el frente y en la otra cara otros tres leones, uno de los cuales tiene el pelaje tallado en relieve; algunos autores señalan que están peleando entre sí, otros que se muerden sucesivamente las colas y otros que lo que muerden es la soga que está presente en todo el conjunto.
En el cimacio se aprecian las ovas con hojas palmeadas, que ya hemos citado en otras ocasiones, una bola en uno de los ángulos y una cabeza zoomorfa, sujetando una bola en la boca, en el otro.
El capitel del lado de la epístola se compone de distintas figuras humanas en múltiples y variadas posiciones , un caballo y una serpiente. En la parte inferior de la cara occidental vemos a una mujer boca abajo; sobre ella, un hombre sujeta su enorme pene mutilado con la mano izquierda, mientras sostiene en la derecha un objeto cuadrado difícil de identificar.
Junto a ellos, otras dos figura humanas, la de arriba, con una piña sobre su cabeza, sobre los hombros de la otra, que por la toca podría ser una mujer, de cuyo sexo parece surgir una serpiente.
En el cimacio, además de las frecuentes ovas con palmetas, una cabeza zoomorfa en el ángulo occidental.
En el frontal dos personajes enfrentados con las manos sobre los hombros del otro, para unos peleando, para otros en actitud amorosa; sobre el más oriental aparece la cabeza de la serpiente antes mencionada.
Por encima, dos mujeres con toca, una de las cuales parece lanzando una piedra. A su lado, un personaje cabeza abajo.
En la cara que da a la cabecera de la iglesia, un jinete calzando espuelas y con escudo oval cabalga sobre su montura. Sobre sus hombros, una figura posiblemente masculina sujeta por la cintura al que está cabeza abajo a su lado.
En estos dos detalles del capitel, la cabeza zoomorfa situada en el ángulo oriental del cimacio y la cabeza del caballo a que hemos hecho referencia.
Para finalizar no quería dejar de hacer mención de dos cuestiones que me han sorprendido al fijarme en los paneles informativos cercanos al templo, una positivamente y la otra negativamente.
La primera ha sido la referencia a los hallazgos arqueológicos expresamente relacionados con el convento de clarisas fundado a principios del siglo XIII, muy cercano a la iglesia de Santiago el Viejo y al Campo de la Verdad, conocido como San Francisco Sabuloso o Santa Clara de los Arenales, que aparece nítidamente señalado con una M en la vista de Zamora de 1570 debida a Wyngaerde.
La otra es la mención al "traidor caballero Vellido Dolfos" y al "cobarde regicidio", tema que parecía ya superado cuando en 2010 se cambió la denominación de "la Traición" por "la Lealtad" para referirse al Portillo cercano del primer recinto amurallado y se manifestó el reconocimiento eterno de los zamoranos a Bellido Dolfos por su gesta.
Aquí que se ha presumido durante mucho tiempo de la resistencia que ofreció la ciudad durante el cerco, comparando esta acción con la protagonizada por Numancia siglos antes, llegando incluso a proclamar que Zamora era esta antigua urbe celtibérica, se informa a todos los visitantes que aquella gesta fue debida a un cobarde regicidio protagonizado por un traidor.
Me pregunto dos cosas: si un numantino hubiera conseguido infiltrarse en las legiones sitiadoras, hubiera dado muerte al cónsul romano al frente de las mismas y así propiciado el levantamiento del asedio y liberación de su ciudad, ¿alguien en su sano juicio le hubiera tachado de traidor?. Si el defensor de Zamora Bellido Dolfos, en lugar de poner en evidente riesgo su vida abandonando las poderosísimas e inexpugnables murallas de la ciudad, hubiera abierto el mencionado Portillo y facilitado el acceso a las tropas enemigas para que la conquistaran y se apoderaran del reino, ¿sería considerado un patriota y un héroe siguiendo el mismo razonamiento?.
FUENTES.-
- RIVERA DE LAS HERAS, J.A. "Por la catedral, iglesias y ermitas de la ciudad de Zamora".
Edilesa, 1ª edición. 2001
- GARCÍA GUINEA, M.A. y PÉREZ GONZÁLEZ, J.M. "Enciclopedia del Románico en Castilla y León. Zamora". Fundación Santa María La Real. Centro de Estudios del Románico.
Aguilar de Campoo, 2002.