Alba de Tormes

Alba de Tormes
Vista de Alba de Tormes. Anton van den Wyngaerde, 1570.

sábado, 16 de mayo de 2015

CRÓNICA DE UN VIAJE A LA MONTAÑA PALENTINA. (2ª parte)

La mañana había sido intensa y bien aprovechada, hasta el punto de no haber hecho ni siquiera un alto para tomar un café, bien es cierto que las pequeñas localidades tampoco se prestaban a ello. Los más previsores, como Sergio, llevaban con ellos bota de vino y embutido en lonchas; fue tan generoso y buen compañero que lo compartió con los demás en el autobús, lo que propició que se abriera aún más el apetito y que él también se quedara sin almorzar.


Por todo ello, una vez de nuevo en Aguilar, no se demoró lo más mínimo el acomodo en el comedor de la Posada, pues, quién más quién menos, todos estábamos deseosos de dar buena cuenta del menú que nos iban a servir.



Lo cierto es que, al menos por lo que a mi se refiere, no me decepcionó en absoluto; bien cocinado, abundante y servido con una amabilidad y una diligencia poco comunes en otros establecimientos de estas características. Por poner una pega, el vino tinto no estaba a la altura del resto del menú, pero fue subsanado con un blanco de Rueda bastante más apetitoso.

BARRIO DE SANTA MARÍA.- Ermita de Santa Eulalia.




Unos pocos kilómetros en autobús nos llevaron al comienzo de la tarde a Barrio de Santa María. En un alto cercano, a cuyos pies tuvimos que apearnos, se yergue majestuosa la ermita de Santa Eulalia, de una sola nave y ábside semicircular de menor altura que aquélla, precedido de tramo recto presbiteral.




La portada se abre en la fachada norte de la ermita; protegida por un tejaroz, sus arquivoltas son apuntadas y todas ellas decoradas con baquetones y escocias. La puerta de acceso al templo, extraordinaria, conserva aún los herrajes medievales, muy bien trabajados.
Los capiteles están decorados con motivos geométricos y vegetales; junto a ellos, un friso decorado a su vez con arquillos ciegos. Los ábacos, que continúan por encima del friso, llevan entrelazados vegetales.





Del exterior conviene destacar también los ventanales que se abren en el ábside; las aspilleras están cobijadas bajo un arco de medio punto, cuya arquivolta se decora con baquetón y escocia, como en la portada, protegida por guardapolvo, más elaborado el del centro.
Señalar como más interesantes, desde mi punto de vista, el tímpano del ventanal central y la decoración de los capiteles de los ventanales laterales, con animales del bestiario medieval y una escena relativa al Pecado Original, con Adán y Eva a ambos lados de la serpiente enroscada en un árbol.





Ciñendo la bóveda de cañón que cubre la nave, arcos fajones ligeramente apuntados delimitan los tramos del templo. En la cabecera, restos de decoración pictórica del siglo XIII, tanto en el ábside, cubierto con bóveda de horno, como en el presbiterio, con bóveda de cañón apuntado.
Se pueden aún distinguir restos de un Pantocrator y de los símbolos de los evangelistas en el ábside y, además de distinta decoración con motivos geométricos, una especie de representación del infierno en el tramo sur presbiteral.


Quienes "disfrutamos" de algún problema respiratorio por culpa del tabaco nos movemos mejor cuando de bajar cuestas se trata, aunque no sean demasiado exigentes, como ésta; así hubo oportunidad de ser de los primeros en llegar junto al autocar y poder dejar constancia del lugar que estábamos dejando atrás.

VALLESPINOSO DE AGUILAR.- Ermita de Santa Cecilia.




Con igual magisterio que durante toda la jornada, pero con más énfasis y cariño en esta ocasión como es muy lógico, nuestra compañera y excelente guía Cristina nos ilustró sobre esta ermita, no en vano se trata de la "suya", la de su localidad natal.
Levantada a finales del siglo XII o principios del XIII, tiene una única nave y ábside semicircular precedido de tramo recto presbiteral. Destaca al lado de la portada una torre, con base prismática y cuerpo circular rematado con cubierta esférica, que tuvo carácter defensivo; su acceso está en el interior de la ermita elevado con respecto al suelo.




La portada se abre en la fachada meridional y la componen arquivoltas apuntadas, la central más ancha y decorada con motivos vegetales, que descansan en columnas y pilastras rematadas en capiteles con espléndida decoración.
Son capiteles historiados y con decoración vegetal; animales del bestiario medieval, como centauros o arpías, ángeles o San Miguel pesando las almas de los difuntos adornan uno de los lados, mientras que en el otro se distinguen hombres orando, alguna arpía y la figura, probablemente, de San Pedro.



Como más significativo, a mi entender, y por eso los traigo de forma separada, una escena representando a María Magdalena, María la de Santiago y Salomé ante el sepulcro vacío de Cristo, tal como cita Marcos en su evangelio, y el friso del costado derecho del espectador, que contiene una serie de personajes interpretados como músicos, en algunos casos, o como parte de un mensario incompleto, en otros. Cristina, que lo ha estudiado de forma detenida, se inclina por esta opción, aunque sin descartar definitivamente otras.



Para finalizar con el exterior de la ermita, señalar la presencia de algunos canecillos dignos de mención así como los capiteles de las columnas que sostienen el arco de medio punto, cuya decoración es vegetal, en el ventanal central del ábside.
Por la carretera provincial PP-2135 regresamos a Aguilar para que algunos compañeros pudieran recoger su equipaje y regresar a sus puntos de origen.

VILLAVEGA DE AGUILAR.- Iglesia de San Juan Bautista.

La mayoría del grupo continuaba la ruta, en esta ocasión por la carretera comarcal P-220, ya que todavía nos quedaban tres localidades por visitar.




Esta iglesia de nave única dividida en cuatro tramos, con ábside semicircular y tramo presbiteral recto, tiene su portada en la fachada meridional, actualmente protegida por un porche ejecutado posteriormente.
Consta de arco apuntado, que apea sobre las jambas, y cuatro arquivoltas con guardapolvo, que lo hacen sobre columnas acodilladas sin basa. Las tres arquivoltas exteriores se decoran con boceles y medias cañas, mientras que la interior y el arco lo hacen con un friso de dientes de sierra, en el que se aprecian figuras antropomorfas y zoomorfas, así como elementos vegetales.
En los capiteles, trabajados con no mucha fortuna, se distinguen dos cuadrúpedos, tal vez caballos, aves y decoración vegetal


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Todavía en el exterior, al ábside de dos cuerpos y tres calles se han añadido contrafuertes que llegan a cubrir la ventana central; lo más destacable en el lado sur es el capitel de una semicolumna decorado con una figura de glouton que engulle el fuste de la misma y en el lado norte el capitel de la correspondiente semicolumna que representa la lucha de dos caballeros armados con espada.



También en el lado norte de la cabecera conviene señalar dos canecillos representando, el situado en el ábside, un ave que tiene enroscada una serpiente en el cuello, y el del presbiterio, una cabra.



En el interior, la nave y el presbiterio se cubren con bóveda de cañón apuntado, mientras que el ábside lo hace con bóveda de horno o cuarto de esfera. El arco triunfal es apuntado y doblado, decorándose la dobladura con un friso de dientes de sierra por el extradós.




Los capiteles que soportan el arco triunfal están decorados, respectivamente, el del lado de la epístola, por la representación de la Tregua de Dios, es decir, el combate de dos jinetes que se atacan con sus lanzas y protegidos con escudos, entre los que se interpone como mediador un ángel, mientras que en el del lado del evangelio se distinguen dos grifos afrontados contra los que parecen luchar otros animales fantásticos, uno de los cuales está sujeto o agarrado por una figura humana.



Conviene señalar también, para finalizar, una preciosa cruz procesional en plata y una magnífica pila bautismal de piedra arenisca y forma troncocónica invertida; dividida por un bocel en dos cuerpos, el superior está decorado con bandas verticales en las que se insertan dos flores, la mayoría cuatripétalas, inscritas en círculos tangentes, mientras que el inferior está sin decorar.

REVILLA DE SANTULLÁN.- Iglesia de los Santos Cornelio y Cipriano.

En esta pequeña localidad encontramos también una iglesia de nave única y ábside semicircular, cuya portada está protegida por un porche moderno.



En el ábside se abren dos ventanas, una en su parte central y la otra en el tramo recto presbiteral del sur, ésta en parte cegada por la sacristía añadida en el siglo XVI.
Aquélla presenta una aspillera abocinada protegida por dos arquivoltas de medio punto y chambrana decorada; dos columnas acodilladas, cuyos capiteles están decorados con animales y aves, sostienen el arco interior.



El alero está sostenido por una serie de canecillos, entre los que se pueden distinguir un hombre cargando un tonel, una liebre, un hombre tocando una flauta, una mujer embarazada boca abajo y un músico.



La portada es extraordinaria. Se compone de seis arquivoltas de medio punto que se apoyan en pares de columnas acodilladas con capiteles también excelentemente decorados. Destacan las dos decoradas con dientes de sierra y, sobre todo, la que representa la Última Cena.



Con Cristo bendiciendo en la clave, cada una de las siguientes dovelas a cada lado están ocupadas por dos apóstoles, sentados, enmarcados en arquillos ciegos y separados por columnas.
En los extremos, ocupando una dovela cada uno, dos personajes; el de la izquierda, con un libro abierto y larga cabellera, ha sido identificado con algún profeta; el de la derecha representa al propio maestro cantero, que incluso dejó constancia de su nombre: "Micaelis me fecit".



En el lado derecho del espectador encontramos, en primer lugar, una escena en la que aparecen las Tres Marías portando unos recipientes junto al sepulcro vacío, que muestra un ángel; se sitúa sobre la jamba y el primer capitel. A continuación, dos capiteles con decoración vegetal. El siguiente muestra la lucha de un infante con un dragón. Luego la lucha entre un león contra una serpiente y un dragón. Por último, otro con decoración vegetal.





Al lado izquierdo del espectador, sobre la jamba, un infante con espada, escudo y protegido con cota de malla se enfrenta con un león. En el primer capitel junto a la jamba, arpías con capucha. En los dos siguientes dragones y grifos, respectivamente. A continuación, un centauro enfrentado a un león. El penúltimo, Sansón desquijarando al león, y en el último, de nuevo, grifos.




En el interior, el ábside se cubre con bóveda de horno y el presbiterio con bóveda de cañón apuntado; la nave, actualmente, tiene cubierta de madera a dos aguas.
Las pinturas de la cabecera son de finales del siglo XV; aparece representado Cristo bendiciendo, con la bola del mundo en la mano izquierda, rodeado por ángeles, como escena central. Todavía en el ábside, la Presentación, la Ascensión y la Matanza de los Inocentes, mientras que en el presbiterio se distinguen la Epifanía, la Anunciación, la Visitación y la Huida  a Egipto.
El arco triunfal es doblado y ligeramente apuntado; en la columna del lado del evangelio, el capitel representa a Daniel en el foso de los leones
La ventana central del ábside, que da cobijo a un Calvario, tiene arquivoltas con bocel, sostenida la interior por columnas de capiteles vegetales en bastante mal estado



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Poco más a destacar en el interior; la pila bautismal, muy parecida a la de Villavega, está también labrada en piedra arenisca, es de forma troncocónica y consta de dos cuerpos, el inferior sin decorar, que sirve de pie, y el superior con bandas en las que se aprecian flores cuatripétalas inscritas en círculos tangentes. Todo parece indicar que ambas sean obra de un mismo taller.



Cuando finaliza la visita la oscuridad ya ha conseguido vencer los últimos rayos del sol poniente, lo que propicia estas dos vistosas fotografías de la espadaña y del alero del ábside y presbiterio iluminados por la luz artificial.

CILLAMAYOR.- Iglesia de Santa María la Real.




Cuando llegamos a Cillamayor era prácticamente de noche, lo que dificultaba apreciar bien todos los detalles; la iglesia de Santa María es de una sola nave, con ábside semicircular y tramo presbiteral recto.
En el ábside, con dos cuerpos y tres calles, una serie de canecillos sostienen la cornisa junto a los capiteles de dos columnas. En la fachada meridional, sobre la portada, un ventanal con columnas acodilladas, uno de cuyos capiteles presenta aspecto torreado; la imposta, en la que apoyan arquivoltas decoradas con gruesas hojas de acanto, está decorada con elementos vegetales.




La fachada septentrional parece que estaba semienterrada hasta no hace mucho tiempo, en que fue restaurada dentro de las actuaciones en esta zona del Plan Románico Norte. Se encontraron distintos sarcófagos en la necrópolis medieval, colocados algunos junto al ábside, y se acondicionó la entrada.
La portada presenta cinco arquivoltas de medio punto y chambrana. Lo más interesante, a mi entender, son los capiteles de las columnas acodilladas, aunque el deterioro no permite deducir exactamente qué representan. El de la ilustración inferior se ha interpretado en ocasiones como Sansón desquijarando al león y el de la superior como un personaje intentando dominar una fiera.




En el interior, los capiteles de las columnas del arco triunfal están decorados, respectivamente, con águilas el del lado del evangelio y con leones el del lado de la epístola.
El ábside se cubre con bóveda de horno; dos ventanas se abren en el cuerpo central, una en el centro y otra al lado sur, ambas con arcos de medio punto sobre columnas acodilladas y capiteles con decoración vegetal.



Lo más interesante, sin duda, es la pila bautismal; vendida en los años 60 del siglo XX, los actuales propietarios, herederos de Eugenio Fontaneda que la tenían en su Castillo de Ampudia, la han cedido en depósito a la Diócesis, aunque será de titularidad pública y pertenecerá al Museo de Palencia.
Del siglo XII, tiene forma troncocónica, gallones en el interior y decoración de entrelazo en forma de laberinto. Éste rodea una cruz central que se ha interpretado por los expertos como la Jerusalén Celestial. En un lateral aparece un personaje ataviado con camisa y faldellín que podría representar al autor de la pila, Pedro de Cilla, como aparece grabado en el entrelazo.


A destacar también, por último, una imagen de la Virgen sedente con el Niño en su regazo; es de estilo gótico, probablemente del siglo XIV, y ha sido restaurada, junto a otras figuras, dentro del Plan Románico Norte.

AGUILAR DE CAMPOO.- Monasterio de Santa María la Real.

Ya noche cerrada emprendimos el regreso a Aguilar; allí conocimos la sorpresa que nos tenían reservada los incansables y eficientes organizadores para después de la cena y remate de la intensísima jornada: visita guiada nocturna del Monasterio.


Como me resulta extremadamente difícil elegir entre todas las fotografías que pude tomar en el recorrido por las distintas dependencias, me limitaré a dejar constancia de algunas de ellas, no por ser las más ilustrativas, sino para intentar establecer un mosaico que abarque la mayor representación de lo que pudimos contemplar en el conjunto monástico.
Esta primera ilustración no podía ser más que del claustro, en cuanto elemento más característico de todo monasterio y desde el que se accede a todas las restantes dependencias monásticas. Entregado el lugar a los premostratenses en 1169 por Alfonso VIII y confirmada la donación por bula del legado papal en 1173, será en el siglo XIII cuando se sustituya la cubierta de madera del claustro por una pétrea.




Tras los procesos desamortizadores de 1835 se produce el abandono del monasterio y la consiguiente ruina al no encontrar comprador, por lo que a principios del siglo XX su estado es lamentable. A pesar de un intento de recuperación que data de la Segunda República, no será hasta 1964 cuando se inicien los trabajos a cargo de la Dirección General de Bellas Artes; aunque la intervención fue muy criticada, tuvo como efecto positivo que se dotó de cubiertas al monasterio, lo que retrasó su deterioro.
En 1978, la Asociación de Amigos del Monasterio de Aguilar emprende nuevos y definitivos trabajos, que se prolongarán durante una década.



En la panda oriental del claustro la Sala Capitular es elemento fundamental, donde se realiza la lectura de los preceptos de la Regla y se tratan los asuntos de interés general para la comunidad, entre otras funciones.
Ha sufrido numerosas modificaciones desde su reconstrucción inicial a principios del siglo XIII por los mostenses.



En el último tercio del siglo XIX fueron arrancados muchos capiteles del claustro y de la iglesia con destino al Museo Arqueológico Nacional, por lo que son escasos los originales que se conservan; la mayoría fueron labrados de nuevo en la restauración de 1964 y colocados sobre columnas de fibrocemento.
Desde el claustro, como es bien sabido, se accede a otras dependencias además de la Sala Capitular, tales como la Sala de Monjes, la sacristía, el refectorio o la cilla, entre otras.





Excelentes réplicas de los capiteles originales llevados al Museo Arqueológico Nacional en su día, como he señalado anteriormente, están expuestos actualmente para disfrute de los visitantes.




Igualmente se exponen maquetas de diferentes templos emblemáticos de la provincia de Palencia, tales como la iglesia de Santa Marina, de Villanueva de la Torre, o San Salvador de Cantamuda, donada por Alfonso VII al obispo de Palencia en el primer cuarto del siglo XII; fue elevada esta iglesia a la dignidad de Colegiata en 1478.





También pudimos admirar una excelente serie de sepulcros construidos en piedra caliza hacia 1300, como el de la dama orante, ricamente vestida y peinada, sobre la cubierta de uno de ellos. La mayoría presenta decoración, bien en el cuerpo, bien en la cubierta, de escudos heráldicos.




Otros elementos de posible interés para cualquier visitante serían los representados en estas tres ilustraciones; la primera corresponde a una dovela que da cuenta de la consagración de la ermita de San Pedro y San Pablo, de hacia 1200-1225, en la cueva de Bernardo del Carpio de Aguilar de Campoo; la segunda es la lápida de consagración de la iglesia del monasterio, realizada por el obispo Mauricio de Burgos en 1222; la tercera y última representa un escudo nobiliario del siglo XVI, de los Villalobos Solórzano, procedente de una casona desaparecida de la villa.



Finalizó la visita con una proyección excelentemente realizada sobre la vida en el Monasterio durante la Edad Media, que fue el colofón para completar la información exhaustiva y muy amena ofrecida por un joven perteneciente a la Fundación, muy elocuente y preparado por cierto, que nos sirvió de guía.


Había llegado el momento de reponer fuerzas y energías en el altillo de la celda monástica que nos servía de alojamiento en la Posada, ya que algunos componentes del grupo todavía teníamos por delante, antes de regresar a los respectivos destinos, una mañana de domingo lo suficientemente ajetreada en la propia villa de Aguilar y en las vecinas tierras cántabras.


FUENTES.-

http://www.romanicoenruta.com/castillaleon/palencia/palenciaruta01/mapapalenciaruta01.htm
http://www.santamarialareal.org




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