Desde que Gómez-Moreno en 1906 defendiera la tesis de que San Pedro de la Nave era una iglesia visigótica levantada en el siglo VII, muchos autores de reconocido prestigio han formulado sus propias teorías al respecto. Así, Arthur Kingsley Porter, por ejemplo, quien señaló en 1928 que los relieves debían datarse en el primer tercio del siglo X.
El hallazgo de un horologio cuando se realizó el traslado a la localidad de El Campillo en los comienzos de la década de los 30 del siglo pasado y su estudio por Navascués en 1937 reforzaron la postura de quienes defendían una cronología visigoda. Ya en la segunda mitad del siglo XX, Puig i Cadafalch proponía que era un precedente de la arquitectura asturiana, mientras Camón Aznar la incluía en un grupo que denominaba "arquitectura de reconquista", por tanto de fines del siglo IX o principios del X.
En una monografía de 1997, Caballero Zoreda incluirá San Pedro de la Nave dentro del grupo visigodo, que pasará a ser considerado de "repoblación", fijando su cronología en el siglo IX; la técnica constructiva y la decoración son reflejo de la influencia omeya en la Península.
El hallazgo de un horologio cuando se realizó el traslado a la localidad de El Campillo en los comienzos de la década de los 30 del siglo pasado y su estudio por Navascués en 1937 reforzaron la postura de quienes defendían una cronología visigoda. Ya en la segunda mitad del siglo XX, Puig i Cadafalch proponía que era un precedente de la arquitectura asturiana, mientras Camón Aznar la incluía en un grupo que denominaba "arquitectura de reconquista", por tanto de fines del siglo IX o principios del X.
En una monografía de 1997, Caballero Zoreda incluirá San Pedro de la Nave dentro del grupo visigodo, que pasará a ser considerado de "repoblación", fijando su cronología en el siglo IX; la técnica constructiva y la decoración son reflejo de la influencia omeya en la Península.
En conclusión, se puede decir que este templo ha sido estudiado a lo largo de los años por numerosos expertos y que lo han clasificado cronológicamente en función de las tendencias historiográficas dominantes en cada momento.
Tampoco existe unanimidad a la hora de establecer si hubo uno o dos proyectos constructivos. Mientras Lampárez, Camps, Gómez-Moreno, Caballero o Arce se inclinan por un proyecto único donde trabajaron dos talleres escultóricos de forma simultánea, Corzo Sánchez, en su monografía de 1986 dedicada a este templo, opina que fueron dos proyectos diferentes; el primero habría planteado una iglesia cruciforme, que quedó inacabada por errores en la ejecución, y el segundo, que finalizó la obra con otro tipo de decoración y planta basilical.
En esta fotografía del costado sur de la iglesia están señalados la nave principal (1), la nave lateral sur (2), el brazo correspondiente del crucero (3), la ergástula, celda monacal o dependencia lateral (4) y la capilla mayor (5).
Para los partidarios de la segunda teoría, al primer momento constructivo corresponderían la nave central, la ergástula y el crucero, y al segundo la nave lateral. Esto se debería a que un error de cálculo habría interrumpido las obras al constatar la dificultad de levantar el cimborrio sobre un espacio que no era cuadrado; creen que la interrupción del horologio interior en un momento determinado apoya esta opinión y que no se continuó al rematar las obras porque el templo había dejado su función monacal y pasado a tener función parroquial, por lo que se añadieron entonces las dos naves laterales.
Ábside de la capilla mayor con testero plano (1), dependencia lateral norte (2), brazo norte del crucero (3) y cimborrio (4).
Los defensores del proyecto único señalan la sensación de conjunto homogéneo, armónico y bien proporcionado que transmite el templo; sí están de acuerdo en que hubo dos talleres distintos, uno que se hizo cargo de los relieves de la nave y del ábside, además de proyectar la planta, y otro que fue responsable de las columnas y su decoración, así como del abovedamiento.
Para finalizar con el exterior, además de señalar la utilización de sillería arenisca perfectamente escuadrada y asentada a hueso, sin argamasa, en hileras muy regulares, destacar la decoración de las impostas de las portadas del crucero, en la que se aprecian distintos motivos geométricos y, singularmente, cruces patadas.
Entre la maraña de graffitis, fechas y todo tipo de inscripciones, principalmente en el ábside, puede que algunas sean marcas de cantería originales.
Se accede al interior por una puerta situada a los pies de la nave central; si avanzamos en dirección al ábside nos encontraremos con los arcos torales de herradura soportados por pilares con columnas adosadas y el espléndido arco triunfal, también de herradura, que da acceso al presbiterio, soportado por columnas con capiteles decorados e impostas.
En la fotografía se aprecia la armadura de madera de los últimos tramos de la nave central que sustituyó a la original bóveda de cañón tras su derrumbe; también que los arcos formeros están soportados por pilares pétreos y rematados algunos con ladrillo.
Las columnas adosadas, a las que ya antes hicimos referencia, son de mármol, posiblemente reutilizadas y de origen romano; la situada en el lado sur de la nave muestra un capitel decorado en su cara frontal con el sacrificio de Isaac. Una gran mano representando a Dios detiene el golpe que Abraham se dispone a dar con el cuchillo sobre su hijo, al que sujeta por el pelo sobre el altar del sacrificio, completando la escena el cordero que sustituirá al muchacho como víctima. Sobre la escena, un texto epigrafiado explica su significado. Los laterales del capitel están decorados con las figuras de San Pedro y San Pablo, cuyo nombre también está epigrafiado.
En el ábaco, decoración de roleos, aves y hojas.
La columna del costado norte remata en un capitel también historiado, en esta ocasión representando a Daniel en el foso de los leones, como señala el epígrafe explicativo sobre la escena. En los laterales, las figuras de Santo Tomás, con un libro en sus manos y su nombre epigrafiado igualmente, y San Felipe, que levanta una corona con una cruz en su centro flanqueada por flores de lis.
En el ábaco, decoración de roleos y aves.
Las otras dos columnas más cercanas a la cabecera tienen capiteles con decoración muy parecida; en su cara frontal unas aves que picotean frutas simbolizando la Eucaristía y en las laterales motivos geométricos y cabezas humanas con una especie de tocado o peineta.
En los ábacos, roleos, cabezas humanas, racimos y otras frutas.
Las basas de las columnas también se encontraban decoradas, aunque, excepto una, están muy deterioradas en la actualidad. En ésta se aprecia distinta decoración vegetal inscrita en unos triángulos, así como unas cabezas entre ellos.
Los dos capiteles de las columnas, también de mármol, del arco triunfal presentan una decoración similar; en la parte frontal, cuatro arquillos ciegos, haciendo tal vez referencia a la Jerusalén celeste, flanqueados por racimos de uvas y decoración geométrica; en los laterales, grandes espirales, estrellas de doce puntas y cruces patadas.
En los ábacos, unas enormes serpientes y racimos de uvas.
La capilla mayor se cubre con bóveda de cañón y se ilumina mediante tres ventanales, uno en el ábside y los otros dos en los laterales del presbiterio. Aunque el derrame es perceptible en los tres, en el del muro sur aparece más acusado.
Un friso muy decorado recorre todo el interior de la capilla a la altura de los ábacos de las columnas del arco triunfal, por encima de los arcos de los vanos, también decorados. Se trata de una decoración tradicional en el arte visigodo que ya hemos visto en los capiteles y ábacos a base de figuras geométricas, cruces patadas, estrellas de doce puntas, espirales, tallos ondulados y racimos, entre otros motivos.
En estas fotografías se puede ver la situación del horologio con respecto a la capilla mayor y dos detalles más cercanos del mismo. Es una especie de reloj de sol que se basa en la distinta medida de una sombra a lo largo de los meses del año; fue muy utilizado en la Edad Media, fundamentalmente en los monasterios para determinar las horas litúrgicas. Tiene una tabla de doble entrada: en una los meses simétricos (enero/diciembre, febrero/noviembre) a los que corresponde en la otra la misma longitud de sombra según la hora. La grabación se interrumpió en marzo, pero sí se aprecia que, por ejemplo, en enero y diciembre a las horas I y XI corresponde una sombra de XXVIII pies.
Los dos aposentos, celdas monacales o ergástulas que están adosados a ambos lados de la nave central a oriente del crucero conservan las primitivas bóvedas de cañón de carácter pétreo.
Están comunicados con la nave central mediante una puerta con arco de medio punto y una ventana de tres vanos con columnillas. Esta disposición aparecerá dos siglos después, si tomamos como buena la cronología visigoda, en algunas iglesias de Asturias.
La nave del crucero es de la misma altura que la nave central y su cubierta era igualmente pétrea, pero actualmente está volteada en ladrillo tras la restauración efectuada cuando se llevó a cabo el cambio de emplazamiento; los arcos de acceso desde los pórticos de entrada en ambos extremos del crucero son de medio punto peraltados.
El cimborrio, iluminado por ventanales en cada una de sus cuatro caras, estaba cubierto con bóveda de arista, pero en el momento del traslado ya estaba derruida, sustituyéndose por la actual armadura en madera.
La parte correspondiente a poniente de la nave central, a la que se adosarán las dos naves laterales, es la que conserva menos elementos originales tras las sucesivas restauraciones. La cubierta actual es una armadura de parhilera, en algunos arcos formeros se han sustituido las dovelas por un terminado en ladrillo y en los muros laterales y el hastial de poniente tampoco se conservan los sillares de la construcción primitiva.
Las naves laterales, igualmente cubiertas con armadura de madera actualmente, se comunican con la nave central mediante arcos formeros de herradura apoyados sobre pilastras, mientras que la comunicación con el crucero se hace mediante vanos dobles, también con arco de herradura.
En el interior del templo se conservan estas dos pilas, bautismal una y de agua bendita la otra, situada ésta como es natural junto a la entrada de acceso actual a la iglesia por la portada situada en el hastial de poniente.
En la nave lateral norte encontramos este sepulcro, en el que según la tradición están enterrados San Julián y Santa Basilisa.
Según las fuentes que se manejen, este matrimonio vivía en Antioquía o en Antíone (Egipto), pero en ambos casos se trata de unos esposos que han prometido a Dios mantener su virginidad, por lo que se alejan de todas las comodidades que les ofrece su posición social y se integran los dos en comunidades religiosas de las que llegan a ser abad y abadesa, respectivamente. Cuando menos San Julián, aunque en otras versiones ambos, sufren martirio en las persecuciones de Diocleciano contra los cristianos, a finales del siglo III o principios del IV. Difícilmente, pues, son los santos barqueros de la leyenda local.
En la Leyenda Dorada de Jacobo de la Vorágine, dominico y obispo de Génova a finales del siglo XIII, se recoge la vida de un centenar muy largo de santos, no de forma histórica y fidedigna, sino elaborada para propiciar la religiosidad popular. Uno de esos santos es Julián el Hospitalario, también de familia noble, a quien le predicen que un día matará a sus padres; para evitar esta tragedia emigra a otras tierras, donde contrae matrimonio. Un día que estaba fuera de casa llegan sus padres, que no se han resignado a perderle, y su mujer les cede el dormitorio; cuando regresa y ve que una pareja ocupa su propia cama piensa que su esposa le está engañando y da muerte a los durmientes.
Decide entonces marchar lejos y hacer penitencia para hacerse perdonar tan horrible crimen; en el viaje le acompaña su esposa, de la que nunca se da el nombre, y juntos fundan una hospedería y se dedican a facilitar el cruce del río a quien lo necesite. Pasa el tiempo y en cierta ocasión será un leproso quien pida ayuda; Julián no duda en recogerlo y cuidarlo y, a los pocos días, este leproso se convierte en el ángel que en realidad es y comunica a los esposos el perdón divino y su próxima entrada en el Cielo. Esta historia sí que se ajusta más a los quehaceres de los santos barqueros y a su leyenda.
El destino, la casualidad, o como cada cual prefiera, parece que quiso advertir a los promotores de esta información que se estaban equivocando de matrimonio, igual que se equivocó el operario con el nombre de la santa, Basilisa que no Basilia, más tarde corregido convenientemente.
Los sermones frecuentemente habían ensalzado como modelo de matrimonio cristiano las virtudes de San Julián y Santa Basilisa y no tanto las de San Julián el Hospitalario y su esposa de nombre desconocido, por lo que no fue difícil confundir ambas historias aquí como en otros lugares.
FUENTES.-
- Jesús Cantera MontenegroBoletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología: BSAA, ISSN 0210-9573, Tomo 58, 1992, págs. 403-412
http://www.arquivoltas.com/23-Zamora/02-SPN1.htm
http://www.turismo-prerromanico.com/es/visigodo/monumento/san-pedro-de-la-nave-
http://www.artehistoria.com/v2/monumentos/232.htm
https://mateturismo.wordpress.com/2013/05/30/el-horologio-de-pies-de-san-pedro-de-la-nave/
Interesante y aclaratorio. Muy buenas fotos
ResponderEliminarMuchas gracias. Me alegro le haya resultado interesante.
EliminarEstuve hace tiempo aquí, pero estaba cerrado y solo pudimos disfrutar de su fachada. Repasando mis fotos recordé el sitio y entré en la Web para buscar datos sobre este lugar fascinante.
ResponderEliminarTu página es magnífica. Gracias