Desde muy pequeño me ha atraído singularmente todo aquello que tiene relación con la Semana Santa, posiblemente porque mis padres y mis tías me llevaban tanto a las procesiones como a los oficios litúrgicos, así como también a visitar los Monumentos o al acto del Descendimiento en la mañana de Viernes Santo.
Tenía una ilusión tremenda por ser cofrade, pero mi corta edad y el hecho de no contar con un acompañante mayor me impidieron salir en la procesión que tenía su sede canónica en mi parroquia de entonces, San Juan de Sahagún.
Recuerdo nítidamente cómo escuchaba embelesado el relato de la Pasión según San Mateo en la iglesia y a mi padre recitando La Pedrada, poema de Gabriel y Galán, mientras esperábamos en la acera la llegada de pasos tan emblemáticos como El Balcón de Pilato (La Caña), con el sayón conocido como "Boca ratonera", y La Flagelación del Salvador (Los Azotes), con "Culo colorao".
Abandoné Salamanca con 18 años sin haber cumplido aquel sueño infantil de desfilar en procesión, posiblemente porque en aquellos finales de la década de los sesenta ya era patente la crisis que afectó a muchas de las cofradías, que enseguida provocaría la desaparición de algunas de las más tradicionales.
No obstante, siempre he seguido con interés los avatares de la Pasión salmantina, acercándome cuando podía y, cuando no, a través de la prensa y televisión. Me ha causado verdadera satisfacción comprobar que, paulatinamente, no sólo crecía el número de cofrades, sino también que se creaban nuevas Hermandades, lo que ha propiciado un auge espléndido que la ha llevado a obtener la consideración de Semana Santa de Interés Turístico Internacional.
Sin embargo, tengo muchas dudas sobre si las personas que pretenden acceder a ser cofrades, y algunos que lo son desde hace años, en cualquiera de las hermandades son ciertamente conscientes del exacto significado de serlo y de aquello a lo que se comprometen; planteando esta cuestión no me refiero únicamente a la Semana Santa salmantina, sino a todas en general, porque mi sensación es que cada vez se atiende más al ámbito cultural, folclórico y económico que al espiritual y religioso.
Los estatutos de la Congregación de Jesús Nazareno datan de 1900 y establecen como objetivos:
1.- Dar culto a Nuestro Señor Jesucristo, Divino Redentor de los hombres, que injuriado y maltratado quiso morir en la cruz para abrirnos las puertas del cielo y librarnos del pecado. Este se dará en el misterio de la Cruz a cuestas, ante la venerada imagen propiedad de esta congregación.
2.- Estimular a los congregantes para que, reformando sus costumbres, practiquen la virtud y, aprovechándose de la más frecuente recepción de los Sacramentos, y asistiendo a las solemnidades religiosas de esta congregación, logren mejoras espirituales, enfervoricen sus almas en el amor divino, cumplan más fielmente la voluntad de Dios, las obligaciones de su estado y las del cargo que en esta congregación desempeñare.
3.- Edificar con su ejemplo y prácticas a los cristianos tibios y endurecidos en las creencias de nuestra Santa y Sagrada Religión, atrayendo suavemente a ingresar en esta Venerable Congregación a todos los que le sea posible.
¿Es realmente el cumplimiento de estos objetivos, u otros similares en otras Hermandades de Pasión, lo que mueve a las personas para integrar estas asociaciones religiosas?.
Los estatutos de la Congregación de Jesús Nazareno datan de 1900 y establecen como objetivos:
1.- Dar culto a Nuestro Señor Jesucristo, Divino Redentor de los hombres, que injuriado y maltratado quiso morir en la cruz para abrirnos las puertas del cielo y librarnos del pecado. Este se dará en el misterio de la Cruz a cuestas, ante la venerada imagen propiedad de esta congregación.
2.- Estimular a los congregantes para que, reformando sus costumbres, practiquen la virtud y, aprovechándose de la más frecuente recepción de los Sacramentos, y asistiendo a las solemnidades religiosas de esta congregación, logren mejoras espirituales, enfervoricen sus almas en el amor divino, cumplan más fielmente la voluntad de Dios, las obligaciones de su estado y las del cargo que en esta congregación desempeñare.
3.- Edificar con su ejemplo y prácticas a los cristianos tibios y endurecidos en las creencias de nuestra Santa y Sagrada Religión, atrayendo suavemente a ingresar en esta Venerable Congregación a todos los que le sea posible.
¿Es realmente el cumplimiento de estos objetivos, u otros similares en otras Hermandades de Pasión, lo que mueve a las personas para integrar estas asociaciones religiosas?.
D. Miguel de Unamuno ya dejó dicho que "Salamanca es escenario inigualable para llevar a cabo la representación de la Pasión, Muerte y Resurrección". No sería bueno, sin embargo, que todo se redujera a monumentalidad y belleza artística del marco; la religiosidad y el fervor deben estar siempre presentes en el ánimo de cuantos participan de un modo u otro en los desfiles procesionales, ya desde dentro como hermanos de paso o de fila, ya desde fuera como "cofrades de acera", manifestando de modo bien patente el respeto que merece la conmemoración de unos hechos que fueron cruciales en el devenir de la humanidad.
Si nos fijamos en cualquier programa donde se detallen los distintos itinerarios de las procesiones salmantinas veremos que son realizados por las diferentes Hermandades, Cofradías o Congregaciones.
¿Hay alguna diferencia social o jurídica entre ellas para ser denominadas de una u otra forma?. Pienso que no; en época medieval se crearon, con carácter local y reguladas por estatutos, cofradías para integrar en ellas a personas con una determinada profesión; las hermandades, a su vez, también en el ámbito local y bajo estatutos, agrupaban a personas de distintas profesiones. Actualmente no hay ninguna diferencia entre ellas, simplemente adoptan la denominación en función de la que tradicionalmente tenían las que se han refundado o mantenido a lo largo de los siglos y las de nueva creación, aquella que determinen en sus estatutos.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua define cofradía, en una de sus acepciones, como "Congregación o hermandad que forman algunos devotos, con autorización competente, para ejercitarse en obras de piedad"; hermandad, por su parte, como "Cofradía o congregación de devotos"; y congregación como "Hermandad autorizada de devotos".
Podemos, por tanto, concluir que son asociaciones religiosas, legalmente constituidas, que encuentran su razón de ser en el culto sagrado a los Sacramentos, Imágenes o Signos religiosos; en el caso de las de Pasión o Semana Santa hay dos elementos que las definen: la conmemoración de la Pasión y Muerte de Cristo y, en segundo lugar, la celebración de una penitencia pública durante la procesión o estación de penitencia en los días de Semana Santa.
Además de las cofradías de Pasión hay otras que rinden culto a los Sacramentos, denominadas por ello Sacramentales, o bien a Jesucristo (no en su Pasión y Muerte), María, los Santos o las Ánimas del Purgatorio, denominadas de Gloria. Muchas de ellas, que en su mayoría eran más antiguas que las de Pasión, se transformaron en cofradías de disciplina, practicando también penitencia pública en procesión durante la Semana Santa, otras han desaparecido o se han hermanado a las de Pasión, desarrollando una labor múltiple, no sólo cultual, sino también penitencial, asistencial cultural y social.
Ciñéndonos, pues, a las de Pasión, convendría también fijarnos en tres conceptos que habitualmente se emplean de forma frecuente y aleatoria, aunque considero que hay algunos matices que los diferencian: desfile procesional, procesión de penitencia y estación de penitencia.
Cuando hablamos de desfile procesional nos estamos refiriendo a una formación de cofrades, penitentes, bandas de música e imágenes sagradas que pasan ordenadamente por un punto determinado.
La procesión de penitencia se forma cuando se colocan los cofrades y penitentes en hileras, uno detrás del otro, para realizar ordenadamente un recorrido ya establecido de antemano con la finalidad de dar testimonio público de fe.
La procesión implica, pues, movimiento, mientras que la estación de penitencia, por el contrario, lleva implícito en su denominación el concepto de parada; ésta se realiza generalmente en la Catedral, templo donde el obispo tiene su cátedra y ejerce su ministerio pastoral, que simboliza la Jerusalén Celestial a la que el Pueblo de Dios, los cofrades en procesión, se dirigen como peregrinos para allí detenerse, hacer estación, y adorar el Santísimo o la Santa Cruz.
Hasta el siglo XIII la teología había marcado el camino de la devoción casi exclusivamente en la contemplación de la divinidad de Jesús. Con san Francisco de Asís, que nace en 1182 y muere en 1226, se produce un cambio radical de la situación; a partir de entonces comienza a primar todo cuanto se relaciona con la existencia terrenal de Cristo, en particular los sufrimientos de su pasión y muerte en la cruz.
Durante los siglos siguientes, las escuelas religiosas y místicas, así como, bajo su influencia, el pueblo llano y sencillo, se fijan en los dolores morales y físicos de Cristo: el abandono de sus más fieles seguidores, la flagelación, la coronación de espinas, su condena por el pueblo y las jerarquías religiosas, las caídas en la calle de la Amargura, la crucifixión, la agonía, la muerte y el entierro.
A principios del siglo XV, tras las campañas de predicación de san Vicente Ferrer los años 1411 y 1412, aparecen los disciplinantes, que realizan autoflagelación pública tras asistir a sus encendidos sermones. Desde mediados de dicho siglo y, sobre todo, a finales del mismo se fundan Cofradías de la Vera Cruz y Sangre de Cristo, compuestas por cofrades de luz y sangre. El auge de estas cofradías se produce ya en el siglo XVI; generalmente son entidades con muchos recursos económicos, de tal forma que es frecuente que cuenten con capilla propia e incluso hospital.
Durante dicho siglo XVI van creándose nuevas cofradías bajo la advocación de Jesús Nazareno, su Entrada triunfal en Jerusalén, la Oración en el Huerto o Santo Entierro.
Numerosos grupos de devotos, deseosos de imitar la pasión y muerte de Jesús, se asocian en torno a una imagen del Crucificado. No hay que olvidar que, hasta ese momento, los actos litúrgicos estaban reservados exclusivamente al interior de los templos y a su celebración por el clero, lo que motivó que esas asociaciones de devotos, mediante representaciones de la Pasión en plazas y calles, trasladara el culto al exterior de las iglesias y catedrales como una clara continuación de la liturgia de los días santos.
Tras esta amplia introducción de carácter más o menos general es momento de centrar la atención en la Pasión de Salamanca. No tendré en cuenta la antigüedad de las distintas cofradías, hermandades y congregaciones para realizar la exposición, sino que atenderé a criterios cronológicos de realización de sus distintos actos penitenciales en la calle.
VIERNES DE DOLORES.-
Fotografía tomada de internet publicada en Norte de Castilla |
Fotografía tomada de internet publicada en Tribuna de Salamanca |
La primera salida en procesión se lleva a cabo el Viernes de Dolores por la tarde; de carácter popular, está a cargo de la Ilustre Cofradía de la Santa Cruz del Redentor y de la Purísima Concepción de la Virgen, su Madre (Vera Cruz), cuyos cofrades, vestidos de paisano, portan a hombros a Nuestra Señora de los Dolores, obra de Felipe del Corral en el siglo XVIII. Es un Vía Matris que comienza en la iglesia de la Vera Cruz.
Siguiendo el modelo del Vía Crucis, se trata de considerar toda la vida de la Virgen desde el anuncio profético de Simeón en la presentación de Jesús en el Templo hasta la muerte y sepultura de Cristo. Se articula en siete estaciones que se corresponden con los denominados "Siete Dolores" de María. (1).
A las once de la noche se realiza el traslado de la imagen del Cristo de la Liberación desde la capilla del Cementerio Católico san Carlos Borromeo hasta la capilla del Colegio del arzobispo Fonseca (los Irlandeses).
Los encargados del mismo son los componentes de la Sección del Santísimo Cristo de la Liberación de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz. La talla es obra de Vicente Cid realizada en 1988.
DOMINGO DE RAMOS.-
La Hermandad de Jesús Amigo de los Niños comenzó a fraguarse en 1942 cuando La Junta Permanente de Semana Santa de Salamanca, recientemente fundada, se propuso crear una procesión conmemorativa de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, promoviendo al tiempo un concurso para la realización de un paso que sería adjudicado a Francisco González Macías, pero que la falta de recursos hizo inviable.
Unos años más tarde, en 1945, se constituyó la Hermandad gracias al impulso del obispo don Francisco Barbado Viejo, que contó con el apoyo de maestros y alumnos de los colegios y escuelas de la ciudad. Se encargó un paso en talleres de Olot (Gerona), que realizaban las figuras de cartón piedra en serie, desfilando ya el Domingo de Ramos de ese mismo año.
El paso, conocido popularmente como La Borriquilla, aunque su verdadera denominación era Jesús Amigo de los Niños constaba de cinco figuras: Jesús a lomos de la borriquilla, una niña que tiende un manto a su paso, un niño arrojando flores y una mujer que muestra un niño al Maestro. Saldría en procesión hasta el año 2007.
Sufrió grave crisis, como el resto de las cofradías y hermandades, a finales de los años 60, de tal forma que incluso no pudo desfilar en 1970; no obstante, con ayuda de los maestros y profesores, volvería a salir a la calle en años posteriores.
Fue en 1986 cuando resurgió con fuerza, al tiempo que se hacía cargo de la misma una nueva Junta Directiva, ya que la anterior había desaparecido con la crisis; dos años más tarde se redactaron nuevos estatutos, en los que se establecían unas cuotas a los hermanos para el sostenimiento de la Hermandad, que hasta entonces dependía de las contribuciones altruistas de colegios y profesores. También en 1988 se traslada la sede canónica a la Catedral Nueva.
En 2006 se decide encargar un nuevo grupo escultórico, vieja aspiración de la Hermandad, al jienense Carlos Guerra del Moral; en 2008 sale en procesión la figura central y en años sucesivos se van incorporando el resto de imágenes.
Denominado Entrada de Jesús en Jerusalén, las figuras que componen el grupo son Jesús llevando un niño en brazos a lomos de la borrica, María, denominada Nuestra Señora de la Palma, acompañada también por un niño, una mujer embarazada y el evangelista san Marcos sentado en el suelo redactando su evangelio.
En el año 2009 sale en procesión por vez primera el denominado Paso de la Palabra, portado por una veintena de niños y niñas, que representa el emblema de la Hermandad: junto a una cruz latina, con una palma y un olivo a los lados, la Biblia abierta por la página donde dice "Dejad que los niños se acerquen a Mi".
Tamborileros charros abren la procesión, en la que la Hermandad es arropada por cofrades, especialmente niños, del resto de hermandades y cofradías con la cara descubierta y su indumentaria habitual y propia.
La Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras y María Santísima de la Caridad y del Consuelo es la hermandad de más reciente creación de cuantas componen la Semana Santa de Salamanca. Aunque los orígenes del proyecto se remontan a mediados de 2006, los miembros fundadores no verán consolidado el mismo hasta marzo de 2008, que es cuando reciben el Decreto de Erección Canónica de la Hermandad convirtiéndose así en Asociación Pública de Fieles.
Tiene su sede canónica actualmente en la iglesia de San Benito, ya que antes, entre su fundación y mayo de 2010 lo fue la Clerecía; desde un primer momento la hermandad ha colaborado en su función asistencial y de caridad con instituciones como las Hermanitas de los Pobres, Cáritas o Cruz Roja.
El escudo lo componen dos óvalos, con fondo rojo el de la izquierda y azul el de la derecha; en aquél, la cruz y los atributos de la Pasión, es decir, la corona de espinas, los clavos y los dados; en éste, destaca una M mariana, encima tres estrellas y debajo la leyenda "charitas". Entre ambos un cáliz dorado y una Sagrada Forma con la inscripción JHS; bajo el cáliz, una paloma simbolizando el Espíritu Santo. Encima del conjunto, una corona real.
Las imágenes titulares son Nuestro Padre Jesús Despojado de sus vestiduras, talla de tamaño natural realizada en madera de cedro por el imaginero cordobés D. Francisco Romero Zafra en 2011; su rostro expresa una inmensa dulzura a pesar del dolor; la corona de espinas, por su parte, está tallada en madera de acacia; y en la cabeza, tres potencias de oro.
María Santísima de la Caridad y del Consuelo es también obra de Romero Zafra; talla representando a la Virgen Dolorosa, destacan en su rostro ovalado seis lágrimas de cristal. Lleva los brazos abiertos a la altura del pecho y en su mano derecha muestra una corona de espinas.
La hermandad hará su primera estación de penitencia a la Catedral Nueva el 1 de abril de 2012; la imagen de Jesús Despojado salió desde la iglesia de la Purísima en un paso de misterio adquirido un año antes a una cofradía onubense; tiene estructura superior metálica, parihuela de madera y canasto también de madera en color oscuro, mientras que los faldones son de terciopelo y damasco en color burdeos.
Paulatinamente se irán añadiendo figuras menores a la mesa original y cambiando la ornamentación de la misma, siendo éste el aspecto que presentaba en la iglesia de la Purísima antes de la salida en 2014.
Las mencionadas figuras menores fueron solemnemente bendecidas en 2013; junto a las de Juan Pablo II y Santa Bonifacia, como primera santa salmantina, las de San Juan de Sahagún, patrono de la ciudad, y Santa Teresa, patrona de la Diócesis.
Talladas en madera de cedro, han sido realizadas en talleres donde los dominicos realizan su acción social en un pueblo de Ecuador.
En el paso de misterio se han añadido dos nuevas figuras para el cortejo procesional de 2015: Simón de Cirene sosteniendo la cruz en la parte trasera y un romano que le ofrece un cáliz, a la izquierda de Jesús. La intención es añadir un nuevo romano, un sayón al costado derecho y los dos malhechores que flanquearon a Cristo en el Calvario en los momentos previos a la crucifixión. Todas estas imágenes secundarias serán talladas por el imaginero sevillano D. Manuel Madroñal Isorna.
Entre otros enseres procesionales destacar la excelente Cruz de Guía que abre la procesión entre ciriales de plata y el estandarte sine labe concepta, realizado en el taller de bordado de la propia hermandad.
Imagen tomada de internet, www.youtube.com |
Al atardecer del Domingo de Ramos realiza su cortejo procesional la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Perdón; se constituye como filial de la Seráfica Hermandad de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Agonía en diciembre de 1944, desfilando ya al año siguiente desde el Monasterio de la Encarnación, de Madres Bernardas, por aquel entonces situado al final del recinto del Colegio Calasanz en el Paseo Canalejas, hasta la Prisión Provincial, en cuyo interior se reza un Vía Crucis. A partir de 1955 este rezo se realizará durante el recorrido.
Su finalidad primordial, cumpliendo su función asistencial y caritativa, será la liberación anual de un preso, bien mediante el pago de una fianza, bien mediante el indulto; no obstante, también atienden a otras necesidades de los presos, en el marco de las estrechas relaciones que mantenían con la prisión: así, por ejemplo, costearon el primer aparato de radio que allí hubo, pagaban la comida extraordinaria que se daba el Domingo de Ramos o regalaban juguetes a los hijos de los presos por Navidad.
Fotografía tomada de internet, de wikipedia |
La imagen titular de la Hermandad es el Santísimo Cristo del Perdón, una talla del siglo XVII realizada por el salmantino Bernardo Pérez de Robles; de enorme calidad artística, podemos destacar la esmerada policromía y la excelente anatomía del Crucificado, cuidada hasta el mínimo detalle.
Fotografía tomada de internet; www.ssantasalamanca.com |
También se incorporó en 1994 un nuevo paso denominado Camino del Calvario, realizado en la Escuela Taller de la localidad salmantina de Peñaranda, con la representación de las estaciones del Vía Crucis en su mesa; porta una Cruz con sudario y es cargado por mujeres.
En 1959 las Madres Bernardas trasladaron su convento al Camino de las Aguas; como la puerta de acceso es pequeña para sacar al Cristo del Perdón en su paso, la hermandad encarga una nueva imagen a Damián Villar, que se ubicará en el convento de dominicos de San Esteban, desde donde saldrá la procesión los años siguientes.
Tras suspender la del año 1970 por falta de hermanos, los dos años siguientes se recurre a las ruedas para sacar el paso y realizar el acto penitencial; sin embargo, la medida no es suficiente y en 1973 se deja de desfilar definitivamente.
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En la semana de Pasión de 1986 resurge la hermandad, permitiendo la entrada de mujeres en la misma; se recupera igualmente el desfile procesional desde el convento de las Bernardas y la titularidad del Cristo del Perdón, que saldrá en plano inclinado y utilizará unas andas con dos brazos y un soporte para facilitar su salida y entrada al convento.
Cuando en 1994 se hace el traslado de la Prisión Provincial al municipio de Topas, el Ayuntamiento de Salamanca promueve un monumento en honor del Cristo del Perdón, que se erige en 1995; allí se hace desde entonces el acto penitencial.
Fotografía tomada de internet; www.ssantasalamanca.com |
Desde el año 2009 desfila en una mesa de madera de haya vaporizada obra del tallista salmantino Miguel Pastor; la carga se hace en el interior y la imagen del Crucificado ha recuperado la posición vertical en lugar del plano inclinado que tenía en las andas anteriores.
En la página que muestra la ilustración superior, correspondiente a la revista Semana Santa editada por Publicidad Arenas en la imprenta Minerva de Salamanca el año 1952, se asimila la primera de las Siete Palabras pronunciadas por Cristo en la Cruz a esta imagen de Pérez de Robles.
Tal como señala el evangelio de Lucas en su capítulo 23, 33-34: "Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí, y a los dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". Efectivamente, el rostro de Jesús elevado, con la mirada hacia el cielo, parece representar dicho momento; eso al menos fue lo que movió a los hermanos del Cristo de la Agonía a fundar su filial en torno a este Crucificado.
Al anochecer del Lunes Santo tiene lugar la procesión del Cristo de los Doctrinos. Realiza su salida desde la Capilla de la Vera Cruz a cargo de la Ilustre Cofradía de la Santa Cruz del Redentor y de la Purísima Concepción de la Virgen, su Madre (Vera Cruz) y hace estación de penitencia en la Catedral. Vino a llenar, a partir de 1985, el hueco que había dejado la Hermandad de N. P. Jesús de la Promesa, desaparecida en la crisis de los años 70.
El Santísimo Cristo de los Doctrinos, su imagen titular, es un Crucificado anónimo de finales del siglo XVII o principios del XVIII; representa a Cristo ya muerto, sujeto por tres clavos y con la cabeza inclinada hacia el lado derecho. Esta talla, atribuida al entorno de Pérez de Robles, se encontraba en el Colegio de Nuestra Señora de las Nieves, más conocido como de los Doctrinos o Niños de la doctrina, fundado en 1577 y ubicado en la calle Nueva de Bordadores; cuando se suprimió en 1779 pasó a la Capilla de la Vera Cruz.
Desde 1991 acompaña al Crucificado un segundo paso, el de Nuestra Señora de la Amargura, una imagen de vestir del siglo XVII que se realizó para el Acto del Descendimiento. Atribuida a Pedro Hernández y Antonio Díez , la imagen representa a María con las manos cruzadas a la altura del pecho. Viste luto riguroso sin bordar y es portada por un turno de carga femenino en andas de carga exterior desde 2010.
El Cristo de los Doctrinos desfila en un paso adornado muy sobriamente con simples cardos; a los pies de la Cruz se muestra la calavera de Adán. Desde 2010 desfila en la carroza tallada y regalada por el escultor Ángel Martín.
El Santísimo Cristo de los Doctrinos, su imagen titular, es un Crucificado anónimo de finales del siglo XVII o principios del XVIII; representa a Cristo ya muerto, sujeto por tres clavos y con la cabeza inclinada hacia el lado derecho. Esta talla, atribuida al entorno de Pérez de Robles, se encontraba en el Colegio de Nuestra Señora de las Nieves, más conocido como de los Doctrinos o Niños de la doctrina, fundado en 1577 y ubicado en la calle Nueva de Bordadores; cuando se suprimió en 1779 pasó a la Capilla de la Vera Cruz.
De ND Strupler - originally posted to Flickr as Salamanca - 31, CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=10127790 |
De ND Strupler - originally posted to Flickr as Salamanca - 26, CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=10128586 |
De Danisd75 - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=6250925 |
Tal como señala la página oficial de la Hermandad Dominicana, en el año 1948 la Junta Permanente de Semana Santa decide dedicar las procesiones a las Siete Palabras de Cristo en la Cruz; como ya hemos visto, el Cristo del Perdón encarna a la primera de ellas, y la Dominicana decide crear una hermandad filial con la finalidad de desfilar el Lunes Santo para encargarse de la segunda, también recogida en el evangelio de Lucas, en su capítulo 23, versículo 43: "El le dijo: En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso".
Así, en ese mismo año 1948 nace la Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús de la Promesa, que efectúa también su primera salida en procesión.
La anatomía parece un poco descuidada buscando conmover al espectador, al igual que la corona de espinas que se anuda como una soga a la cabellera, el paño de pureza fuertemente anudado a la cadera y la posición de los pies cruzados en aspa, marcando una postura muy forzada.
En dicha revista aparece esta imagen ilustrando que, además del Cristo de la Promesa, desfilaba también un paso denominado La Coronación de Espinas, cuya figura principal era un Ecce Homo de procedencia oriental, traído al convento desde las misiones dominicanas de China, dado que el proyecto de la Hermandad era mostrar los cinco Misterios Dolorosos.
Los hermanos vestían túnicas y capirotes blancos con cinto de soga de esparto; portaban una larga cruz blanca con la figura del Crucificado en bronce. El emblema de la Hermandad es una cruz latina de color negro.
A partir de 1956 el segundo paso antes citado se sustituye por otro con Nuestro Padre Jesús de la Pasión, que cambiará su túnica tradicional por otra de color encarnado y en 1974 la Hermandad realiza su último desfile procesional.
En la noche del Lunes Santo de este año 2016 la Hermandad Dominicana ha recuperado en su sede canónica la liturgia de la Cinco Llagas, devoción que parece remontarse al siglo V recogida en las oraciones de San Agustín y posteriormente reavivada por San Francisco de Asís, ya en el siglo XIII.
MARTES SANTO.-
La Hermandad Universitaria del Santísimo Cristo de la Luz y Nuestra Señora de la Sabiduría se fundó el 5 de octubre de 1947 con unas directrices muy precisas: austeridad, penitencia y carácter universitario, que se reflejan de forma contundente ya en sus Normas Fundacionales. Desde los inicios, los hermanos visten túnica y capillo de viscosilla negros, cíngulo blanco y sandalia descubierta de esparto; en la caída delantera del capillo llevan el anagrama de la Hermandad (compuesto por el crismón superpuesto a la M de las congregaciones marianas) inscrito en un hexágono cuyo fondo es el color correspondiente a la facultad a la que pertenece cada hermano.
La imágenes titulares son un Crucificado tallado por Esteban de Rueda hacia 1620 y una Dolorosa de gran calidad, de fecha anterior al Cristo y de autor anónimo, concebida como figura de altar seguramente para formar parte de un Calvario, en la que destacan la policromía, los estofados y la esplédida corona de orfebrería que luce.
Ambas figuras se veneran en La Clerecía, sede canónica de la Hermandad.
El primer desfile procesional data del Martes Santo de 1948 en una carroza prestada; al año siguiente se estrenan la Cruz de Guía, el estandarte y una carroza en madera de nogal, portada por 20 hermanos, con arquería de medio punto tanto en el frontal como en los laterales y medallones en las esquinas con las figuras de los correspondientes patronos de las cuatro facultades históricas: Derecho, Medicina, Filosofía y Letras y Ciencias.
Como ya hemos señalado al tratar de otras cofradías, en los años 60 del pasado siglo va disminuyendo paulatinamente el número de hermanos, hasta el punto que en 1970 la procesión se suspendió y fue sustituida por un Vía Crucis con la imagen del Cristo de la Luz sin andas, a hombros de los hermanos.
Se suspende incluso este acto en años posteriores, hasta que en 1977 se recupera al tiempo que se permite la entrada de mujeres y personas no vinculadas a la Universidad al ámbito de la Hermandad. Esto facilitó la salida en procesión ya al año siguiente, en que por primera vez se realiza la promesa de silencio de los hermanos en el Patio de Escuelas en lugar de en La Clerecía.
Cada uno de los hermanos carga con una pesada y rústica cruz de madera sin desbastar; según indica la revista de 1952 varias veces citada, cuando menos en sus comienzos y debido al considerable peso de la carroza, se turnaban también en la carga del paso.
Desconozco si de manera habitual o únicamente en ocasiones excepcionales son acompañados por miembros de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Luz de Valladolid, como muestran las dos fotografías superiores.
MIÉRCOLES SANTO.-
En la actualidad, el Miércoles Santo solamente desfila la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Flagelado y Nuestra Señora de las Lágrimas. La tradición establecía que los empleados de comercio acompañasen a la imagen de Jesús Flagelado en la procesión del Viernes Santo integrando una sección de la Vera Cruz; así ocurrió entre 1913 y 1948, año en que la Congregación Mariana de San Francisco Javier decide fundar una Hermandad para sacar la imagen citada no sólo en la tarde del viernes, sino también alguno de los primeros días de la Semana Mayor en desfile propio, aunque manteniendo la filiación de la Vera Cruz.
En un principio se pensó en el Lunes Santo; se pretendía salir con dos pasos, el titular de la Hermandad y La Oración en el Huerto, a fin de confluir con la Hermandad de N. P. Jesús de la Promesa y sus tres pasos, que completarían los cinco misterios dolorosos del Santo Rosario. Pero este proyecto quedó únicamente en eso, ya que ni siquiera ese año 1949 se llevó a buen término.
Será en 1952 cuando se prescinda de la filiación, comenzándose a desfilar en la procesión del Santo Entierro con carroza propia, en la que también se colocaron los cuatro angelitos llorones que portan los atributos de la Pasión, obra de Salvador Carmona igualmente.
Debido a la mala situación que estaba sufriendo la Hermandad del Cristo de las Batallas, a partir del año 1968 deja de salir en procesión el Viernes Santo para acompañar a ésta el Miércoles, pero ni siquiera así se pudieron solucionar los problemas y dos años después desfila por vez primera en solitario.
El auge de la Hermandad fue muy notable en la década de los ochenta, sobre todo al incorporarse los hermanos de carga como miembros de pleno derecho en 1984 y aprobarse el ingreso de la mujer en 1987.
El incremento considerable del número de hermanos permitió pensar en incorporar un nuevo paso y, a tal fin, se adquirió una imagen de vestir al imaginero José Miguel Sánchez Peña; éste la había realizado en 1977 para una cofradía gaditana, que finalmente no se quedó con ella, por lo que recaló en Salamanca el año 1991 y se convirtió, junto a Jesús Flagelado, en imagen titular de la Hermandad bajo el título de Nuestra Señora de las Lágrimas. Desfila desde 1992 en carroza de madera portada por las hermanas de carga.
Nuestro Padre Jesús Flagelado es obra de Luis Salvador Carmona realizada en 1760; representa a Cristo en el momento posterior a los azotes, todavía junto a la columna, intentando recoger, sin fuerzas y con supremo dolor, sus vestiduras. Músculos, tendones, venas y cabellos están tallados sobre la misma madera, no así los desgarros dorsales y la sangre, pintados sobre la encarnación mate de la imagen. Desfila en carroza de madera de pino portada por hermanos de carga, que desde 1988 no bajan el paso de sus hombros para descansar en ningún momento del recorrido.
En 1949 médicos, farmacéuticos y practicantes fundan la Hermandad del Santísimo Cristo del Amparo, con el objeto de salir en procesión cada Miércoles Santo desde la parroquia del Carmen de Arriba, el antiguo Colegio de San Elías de carmelitas descalzos, para llegar hasta los hospitales, en aquel entonces la Santísima Trinidad y el Provincial.
En 1998 La Piedad estrenó nuevas andas en metal plateado realizadas en talleres de orfebrería de Torralba de Calatrava, en la provincia de Ciudad Real.
La Esperanza desfilaba en un paso tallado en madera por Vicente Cid Pérez decorado con escenas de la Pasión en medallones, así como con imágenes de evangelistas y otros santos en capillas y unos angelotes que portaban el emblema de la Hermandad y los atributos de la Pasión. A partir de 2010 lo hace en nuevo paso de palio en metal plateado realizado en los mismos talleres que el de La Piedad.
Otro momento que no se puede obviar es la despedida de La Piedad frente al convento de San Esteban antes de regresar a su sede en la Catedral Nueva.
Realizada la reverencia de despedida entre los cuatro pasos, La Esperanza se sitúa frente a la puerta de la iglesia para acogerse a la misma, mientras La Piedad inicia su camino acompañada de su sección de hermanos.
Posteriormente Jesús de la Pasión y, por último, el Cristo de la Buena Muerte retornan también al templo, donde recibirán culto el resto del año en la capilla acondicionada al respecto.
La congregación participó por vez primera en la Semana Santa de 1860, si bien los cofrades vistieron de calle. En 1867, tras un litigio con la Congregación de Jesús Nazareno, el papa Pío IX les concede permiso para vestir hábito penitencial, que consiste en túnica de terciopelo morado, igual que el capillo, soga de esparto al cuello y corona de espinas, así como escapulario con el escudo de la congregación, consistente en una cruz griega azul y roja en campo blanco, rematada por corona real y rodeada por cadenas y grilletes.
En 1885 se formará una filial femenina para dar culto a la imagen de Nuestra Señora de las Angustias y salir en procesión acompañando a Jesús Rescatado. Poco más de un siglo después, en 1987, la Congregación y su filial se integran en la Congregación de Jesús Rescatado y Nuestra Señora de las Angustias, si bien las hermanas estaban autorizadas a vestir el hábito ya desde 1978.
Jesús Rescatado, titular de la congregación, es una imagen de vestir anónima del siglo XVII; viste túnica de terciopelo morado bordada en oro, cíngulo a la cintura y al cuello y escapulario trinitario; lleva cabello postizo ceñido por corona de espinas.
Es portado a hombros por dos turnos de carga, uno formado por 24 hermanos y el otro por 28 hermanas.
Poco después de medianoche inicia su procesión desde el Colegio Mayor Arzobispo Fonseca la Sección del Santísimo Cristo de la Liberación, fundada el año 1988 en el seno de la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz.
Los hermanos que abren el cortejo con la Cruz de Guía y los que portan el incensario, entre otros, visten el hábito propio de la Hermandad con escapulario de arpillera en lugar del de lienzo que utilizan el Jueves Santo. El hermano que abre la procesión lleva túnica de cola de paño negro con capucha, va calzado con sandalias y porta un farol; dicho hábito se inspira en el de los antiguos disciplinantes.
La Cruz-guía es obra del cacereño afincado en Salamanca Vicente Cid en 1990; el Crucificado, de bella factura, va sujeto por cuatro clavos.
Tras la manga de luto que abre la procesión junto a la Cruz-guía desfilan de dos en dos hermanos, que visten también el hábito monacal de la hermandad matriz con escapulario de arpillera, portando unas tabuletas pintadas por el salmantino Jerónimo Prieto representando distintas escenas del Vía Crucis; del mismo autor es el Cristo de la Tabla datado en 1992 y portado por hermanos que visten el negro hábito monacal de disciplinante.
Siguiendo el orden en que discurre la procesión, a continuación encontramos a las hermanas desfilando por parejas en el centro de la calle, ataviadas con el traje charro de luto en ventioseno negro utilizado en la Sierra de Francia durante los siglos XVII-XVIII, complementado con zapatos también negros y hebilla de plata y manto rematado con borla.
Los hermanos, a su vez, en hilera de a uno, visten el hábito monacal de disciplinante ya citado, con mangas anchas, capucha y larga cola en paño grueso de color negro; calzan sandalias negras y portan hachones de madera muy trabajados, similares a los utilizados antiguamente en la Sierra de Francia.
La imagen titular de la Sección es el Santísimo Cristo de la Liberación, obra realizada en 1988 por el imaginero Vicente Cid en pasta de resina con alabastro policromada; representa a Cristo yacente con la cabeza inclinada hacia la derecha y con los ojos y boca entreabiertos.
La imagen, de gran realismo, portada a hombros de treinta hermanos en unas simples andas de madera, se venera habitualmente en la capilla del cementerio católico San Carlos Borromeo, donde tiene la sección su sede canónica. Como ya se señaló en su momento, el Viernes de Dolores se realiza el traslado hasta el Colegio de los Irlandeses.
En las ilustraciones superiores se aprecian claramente las profundas heridas causadas por la Pasión, tanto en las rodillas como en el costado, así como los agujeros producidos por la crucifixión en manos y pies. Es preciso destacar el simbolismo de la mano derecha abierta, ofreciendo el dolor y el sacrificio sufridos así como el perdón prometido antes de morir.
El Cristo de la Liberación desfiló por primera vez el Sábado Santo de 1989; estos últimos años se ha acortado el recorrido de la procesión y en lugar de dar la vuelta a la catedral por el Patio Chico y la Plaza de Anaya se dirige directamente desde la Plaza Juan XXIII a la Rúa Antigua.
Forman parte también del cortejo procesional un coro vestido con hábito monacal cisterciense con amplias mangas que entona cantos gregorianos a lo largo del recorrido y un grupo musical de viento que interpreta marchas fúnebres propias de una celebración de estas características.
En la tarde del Sábado Santo realiza su procesión la Hermandad del Silencio, fundada en 1985. Buscaron una imagen para ser su titular y, tras varias tentativas en distintas parroquias, consigue que le sea cedido a tal fin un Crucificado existente en la de Jesús Obrero, en el barrio de Pizarrales, procedente de la capilla del colegio de las Josefinas Trinitarias.
Como carecía de una denominación precisa se le asignó la de Cristo de la Vela, por ser así conocida la primera imagen en la que pensó la hermandad. Está realizado en escayola, seguramente en talleres de Olot, datado a principios del siglo XX. Desfila en plano inclinado sobre andas de carga interior.
Se tomó también la decisión de fijar la sede canónica en la parroquia de Jesús Obrero, implicándose la gente de Pizarrales en el proyecto desde un principio.
Los hermanos visten túnica negra, escapulario con el emblema bordado y capirote rojo; los hermanos de paso y los niños cambian el capirote por esclavina también de color rojo. El anagrama es una vela encendida inscrita en corona de espinas roja sobre fondo negro.
La otra imagen titular es Nuestra Señora del Silencio, incorporada como tal en 1990; es una Dolorosa de estilo castellano obra de Enrique Orejudo, que representa a María regresando del sepulcro tras dejar allí enterrado el cuerpo de Jesús. Ricamente estofada, muestra túnica roja y manto negro.
El paso es portado a hombros de un turno de hermanas sobre andas de carga interior.
Desde 1988 desfila también un paso portado por niños denominado La Palabra de Dios, que representa una Biblia abierta tallada en madera por Enrique Orejudo; la página izquierda está ilustrada con un Calvario, mientras que en la derecha aparece el texto "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu", la séptima y última de las palabras pronunciadas por Cristo en la cruz.
En las fotografía superiores, otros enseres que la Hermandad ha ido incorporando paulatinamente a su cortejo procesional, que es el de más largo recorrido de todos los de la Semana Santa capitalina.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN.-
El Domingo de Resurrección tiene lugar la Procesión del Encuentro que organiza la Ilustre Cofradía de la Santa Cruz del Redentor y de la Purísima Concepción de la Virgen, su Madre poniendo fin a la Semana Santa salmantina. Se organizó por vez primera en 1616.
Aunque no todos los años las dos procesiones que la integran realizan el mismo recorrido, ya que el Encuentro ha acontecido en distintos escenarios, la composición de ambas es siempre la misma. Primero sale la Procesión de la Virgen de la Alegría y poco más tarde la Procesión de Jesús Resucitado del templo de la Vera Cruz.
Además de las imágenes del Resucitado y la Virgen de la Alegría desfilan otros dos pasos: el Lignum Crucis, obra de Pedro Benítez y Cristóbal de Honorato en 1675, y el Sepulcro vacío, ya descrito al tratar de la procesión del Santo Entierro.
A partir del año 2013 el Encuentro se ha realizado en el atrio de la Catedral, pero en años anteriores lo hacía en la Plaza Mayor o en la Plaza de Anaya.
Según iban llegando los cofrades de las distintas hermandades, cofradías y congregaciones que acompañan a los de la Vera Cruz en la procesión de la Virgen de la Alegría, aún con manto negro, se iban situando frente al Pabellón Real con sus estandartes; también, esperando al Resucitado, la Cruz-guía y el Lignum Crucis.
Posteriormente, entrando en la Plaza por el arco de la calle Prior, se incorporaba el paso con el Sepulcro vacío, que también ocupaba su lugar.
Con todo ya dispuesto entraba en la Plaza el Resucitado para colocarse frente al paso de la Virgen, que era despojada del manto negro de luto tras las reverencias entre ambos pasos.
En ese momento, para celebrar el feliz encuentro de Madre e Hijo, un grupo de baile ataviado con trajes charros interpreta una danza ante ambas imágenes en el centro de la Plaza Mayor.
Finalizados los bailes charros, ambos pasos con las imágenes titulares, Jesús Resucitado, que se había atribuido a Alejandro Carnicero al parecer de forma errónea, y Nuestra Señora de la Alegría, obra anónima del siglo XVIII, inician juntos el regreso hacia la capilla de la Vera Cruz desfilando ante el Ayuntamiento decorado con las colgaduras representando los emblemas de todas y cada una de las cofradías salmantinas.
Con la salida de la Plaza y tras hacer el recorrido conjunto de vuelta hacia su templo, donde habitualmente reciben culto el resto del año, finalizan los actos de la Semana de Pasión con el regocijo por la Resurrección de Cristo, triunfador de la muerte.
Mi deseo es que cada año siga creciendo e incrementándose la importancia de esta Semana Santa de Salamanca a todos los niveles, como paulatinamente se ha ido reconociendo al declararla de interés primero regional, luego nacional y actualmente internacional, pero sin olvidar en ningún instante su raíz y fundamento, que no es otro que la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús y su representación en la calle, como muestra de fe en aquellos acontecimientos de hace dos milenios y de compromiso con unas creencias arraigadas desde muy temprano en el imaginario colectivo del pueblo salmantino en particular y español en general.
Así, en ese mismo año 1948 nace la Hermandad de Penitencia de Nuestro Padre Jesús de la Promesa, que efectúa también su primera salida en procesión.
La anatomía parece un poco descuidada buscando conmover al espectador, al igual que la corona de espinas que se anuda como una soga a la cabellera, el paño de pureza fuertemente anudado a la cadera y la posición de los pies cruzados en aspa, marcando una postura muy forzada.
En dicha revista aparece esta imagen ilustrando que, además del Cristo de la Promesa, desfilaba también un paso denominado La Coronación de Espinas, cuya figura principal era un Ecce Homo de procedencia oriental, traído al convento desde las misiones dominicanas de China, dado que el proyecto de la Hermandad era mostrar los cinco Misterios Dolorosos.
Los hermanos vestían túnicas y capirotes blancos con cinto de soga de esparto; portaban una larga cruz blanca con la figura del Crucificado en bronce. El emblema de la Hermandad es una cruz latina de color negro.
A partir de 1956 el segundo paso antes citado se sustituye por otro con Nuestro Padre Jesús de la Pasión, que cambiará su túnica tradicional por otra de color encarnado y en 1974 la Hermandad realiza su último desfile procesional.
http://www.conventosanesteban.es/noticia?idNoticia=2734&t=n |
MARTES SANTO.-
La Hermandad Universitaria del Santísimo Cristo de la Luz y Nuestra Señora de la Sabiduría se fundó el 5 de octubre de 1947 con unas directrices muy precisas: austeridad, penitencia y carácter universitario, que se reflejan de forma contundente ya en sus Normas Fundacionales. Desde los inicios, los hermanos visten túnica y capillo de viscosilla negros, cíngulo blanco y sandalia descubierta de esparto; en la caída delantera del capillo llevan el anagrama de la Hermandad (compuesto por el crismón superpuesto a la M de las congregaciones marianas) inscrito en un hexágono cuyo fondo es el color correspondiente a la facultad a la que pertenece cada hermano.
La imágenes titulares son un Crucificado tallado por Esteban de Rueda hacia 1620 y una Dolorosa de gran calidad, de fecha anterior al Cristo y de autor anónimo, concebida como figura de altar seguramente para formar parte de un Calvario, en la que destacan la policromía, los estofados y la esplédida corona de orfebrería que luce.
Ambas figuras se veneran en La Clerecía, sede canónica de la Hermandad.
El primer desfile procesional data del Martes Santo de 1948 en una carroza prestada; al año siguiente se estrenan la Cruz de Guía, el estandarte y una carroza en madera de nogal, portada por 20 hermanos, con arquería de medio punto tanto en el frontal como en los laterales y medallones en las esquinas con las figuras de los correspondientes patronos de las cuatro facultades históricas: Derecho, Medicina, Filosofía y Letras y Ciencias.
Como ya hemos señalado al tratar de otras cofradías, en los años 60 del pasado siglo va disminuyendo paulatinamente el número de hermanos, hasta el punto que en 1970 la procesión se suspendió y fue sustituida por un Vía Crucis con la imagen del Cristo de la Luz sin andas, a hombros de los hermanos.
Se suspende incluso este acto en años posteriores, hasta que en 1977 se recupera al tiempo que se permite la entrada de mujeres y personas no vinculadas a la Universidad al ámbito de la Hermandad. Esto facilitó la salida en procesión ya al año siguiente, en que por primera vez se realiza la promesa de silencio de los hermanos en el Patio de Escuelas en lugar de en La Clerecía.
Cada uno de los hermanos carga con una pesada y rústica cruz de madera sin desbastar; según indica la revista de 1952 varias veces citada, cuando menos en sus comienzos y debido al considerable peso de la carroza, se turnaban también en la carga del paso.
Desconozco si de manera habitual o únicamente en ocasiones excepcionales son acompañados por miembros de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Luz de Valladolid, como muestran las dos fotografías superiores.
MIÉRCOLES SANTO.-
En la actualidad, el Miércoles Santo solamente desfila la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Flagelado y Nuestra Señora de las Lágrimas. La tradición establecía que los empleados de comercio acompañasen a la imagen de Jesús Flagelado en la procesión del Viernes Santo integrando una sección de la Vera Cruz; así ocurrió entre 1913 y 1948, año en que la Congregación Mariana de San Francisco Javier decide fundar una Hermandad para sacar la imagen citada no sólo en la tarde del viernes, sino también alguno de los primeros días de la Semana Mayor en desfile propio, aunque manteniendo la filiación de la Vera Cruz.
En un principio se pensó en el Lunes Santo; se pretendía salir con dos pasos, el titular de la Hermandad y La Oración en el Huerto, a fin de confluir con la Hermandad de N. P. Jesús de la Promesa y sus tres pasos, que completarían los cinco misterios dolorosos del Santo Rosario. Pero este proyecto quedó únicamente en eso, ya que ni siquiera ese año 1949 se llevó a buen término.
Será en 1952 cuando se prescinda de la filiación, comenzándose a desfilar en la procesión del Santo Entierro con carroza propia, en la que también se colocaron los cuatro angelitos llorones que portan los atributos de la Pasión, obra de Salvador Carmona igualmente.
Debido a la mala situación que estaba sufriendo la Hermandad del Cristo de las Batallas, a partir del año 1968 deja de salir en procesión el Viernes Santo para acompañar a ésta el Miércoles, pero ni siquiera así se pudieron solucionar los problemas y dos años después desfila por vez primera en solitario.
El auge de la Hermandad fue muy notable en la década de los ochenta, sobre todo al incorporarse los hermanos de carga como miembros de pleno derecho en 1984 y aprobarse el ingreso de la mujer en 1987.
El incremento considerable del número de hermanos permitió pensar en incorporar un nuevo paso y, a tal fin, se adquirió una imagen de vestir al imaginero José Miguel Sánchez Peña; éste la había realizado en 1977 para una cofradía gaditana, que finalmente no se quedó con ella, por lo que recaló en Salamanca el año 1991 y se convirtió, junto a Jesús Flagelado, en imagen titular de la Hermandad bajo el título de Nuestra Señora de las Lágrimas. Desfila desde 1992 en carroza de madera portada por las hermanas de carga.
Nuestro Padre Jesús Flagelado es obra de Luis Salvador Carmona realizada en 1760; representa a Cristo en el momento posterior a los azotes, todavía junto a la columna, intentando recoger, sin fuerzas y con supremo dolor, sus vestiduras. Músculos, tendones, venas y cabellos están tallados sobre la misma madera, no así los desgarros dorsales y la sangre, pintados sobre la encarnación mate de la imagen. Desfila en carroza de madera de pino portada por hermanos de carga, que desde 1988 no bajan el paso de sus hombros para descansar en ningún momento del recorrido.
En 1949 médicos, farmacéuticos y practicantes fundan la Hermandad del Santísimo Cristo del Amparo, con el objeto de salir en procesión cada Miércoles Santo desde la parroquia del Carmen de Arriba, el antiguo Colegio de San Elías de carmelitas descalzos, para llegar hasta los hospitales, en aquel entonces la Santísima Trinidad y el Provincial.
En su testamento, Bernardo Pérez de Robles legó varias imágenes, entre otras, de Cristo crucificado; el Stmo. Cristo del Amparo bien podría ser una de dichas imágenes o bien podría ser obra de un discípulo aventajado del maestro salmantino.
Su representación de Cristo todavía vivo, con la mirada elevada al cielo, en actitud de pronunciar la Cuarta Palabra: "¡Dios mío, Dios mío!, ¡por qué me has desamparado" (Mateo, 27, 46), así como el elaborado paño de pureza que recuerda las obras de Martínez Montañés, facilita que algunos expertos lo incluyan como trabajo de Pérez de Robles o de su círculo más inmediato.
Los hermanos vestían túnica blanca con cíngulo verde, llevando sobre el pecho la Cruz de Malta, también en verde, bordada sobre los capirotes de raso blanco, que remataban en la parte posterior en una borla de color amarillo para los médicos, morada para los farmacéuticos y verde en los practicantes; se permitió también que desfilaran feligreses de la parroquia, cuya borla era negra.
La ilustración superior de Foto Los Ángeles, publicada en la revista Semana Santa del año 1952, mencionada anteriormente en varias ocasiones, muestra la imagen titular del Cristo del Amparo colocada en plano inclinado sobre unas andas portadas por personas vestidas de paisano y flanqueada por escolta de la Guardia Civil.
Esta Hermandad sufrió como muchas otras la grave crisis de finales de los años sesenta del pasado siglo, de la que nunca consiguió recuperarse y que llevó a su disolución final.
Idéntica suerte correría la Cofradía del Santísimo Cristo de las Batallas, Nuestro Padre Jesús del Consuelo y Nuestra Señora del Gran Dolor, fundada por los excombatientes en 1944 junto a feligreses de la parroquia de San Juan de Sahagún, que desfilaba en procesión la noche del Miércoles Santo hasta su disolución a principios de los años 70 del pasado siglo XX.
La imagen titular, el Cristo de las Batallas, se venera en una de las capillas de la Catedral Nueva; es una talla románica, datada en el siglo XI, que, según la tradición, acompañaba al Cid en sus enfrentamientos con los musulmanes portada por su confesor el monje benedictino Jerónimo, posteriormente obispo de Salamanca, que la trajo consigo al incorporarse a la diócesis en 1102. Ha sido restaurada en un taller de Alcalá de Henares el año 2012, devolviendo la imagen a su aspecto original sin repintes ni añadidos; ésta se conservará en el Museo Catedralicio, al tiempo que una réplica exacta será la que se exponga al culto en su capilla.
En cuanto a la indumentaria de sus cofrades, vestían túnicas y capirotes blancos con capa y cíngulo rojos, siendo su emblema la Cruz de Santiago, también de color rojo.
Foto Los Ángeles. Semana Santa Salamanca 1952 |
Otra imagen titular de la cofradía era Nuestro Padre Jesús del Consuelo, crucificado procedente del desaparecido convento de San Antonio el Real, ubicado en la calle Toro y del que sólo quedan actualmente algunos restos en el interior del Teatro Liceo y de un centro comercial (Zara).
Dicho convento comenzó a levantarse en el siglo XVIII y, sin llegar a finalizar las obras, fue vendido un siglo después en los procesos desamortizadores del siglo XIX.
Venerada actualmente en la iglesia de San Juan de Sahagún y también procedente de San Antonio el Real Nuestra Señora del Gran Dolor era igualmente titular de la cofradía, cuyo paso acompañaban alumbrando numerosos fieles durante su desfile procesional por la calle Toro, avenida Mirat, calle Zamora, Plaza Mayor y regreso por calle Toro a su sede canónica.
JUEVES SANTO.-
Justo cuando comienza el Jueves Santo se inicia la procesión de la Real Cofradía Penitencial del Cristo Yacente de la Misericordia y de la Agonía Redentora desde la Catedral Nueva. Fue fundada en 1984 con la finalidad de dotar a la Semana Santa de Salamanca de un Cristo Yacente. Sus cofrades visten túnica blanca, fajín rojo, capirote blanco de 90 cm. ribeteado en rojo con el emblema en el pecho y zapatillas de esparto blancas.
El emblema consiste en un óvalo rojo que enmarca una cruz latina de color negro y un jarrón con tres azucenas en color plata.
La falta de recursos económicos impide a la nueva cofradía adquirir una talla digna, por lo que se decide en 1987 salir por primera vez en procesión desde la Catedral Nueva, su sede canónica, con un Crucificado que recibe culto en un altar del brazo norte del crucero desde su traslado a la Catedral procedente del convento de las Madres Isabeles en 1836, a causa de la desamortización decretada por Mendizábal.
El Santísimo Cristo de la Agonía Redentora es una obra anónima, datada en 1525 y atribuida a Juan de Balmaseda. Representa a Cristo ya muerto, con la boca y ojos entreabiertos, sin barba y con corona de espinas plateada; el pelo natural y el paño de pureza fueron añadidos posteriormente.
En 1991, tras concurso público, el imaginero salmantino Enrique Orejudo Alonso entrega a la cofradía su Santísimo Cristo Yacente de la Misericordia, que ya desfila ese año en procesión.
Está tallado en madera de abedul y ha sido vaciado interiormente en 2008 por su autor debido al excesivo peso de la imagen, al tiempo que aclaraba su policromía original.
Tanto el Cristo Yacente como el Cristo de la Agonía Redentora desfilan procesionalmente sobre andas talladas en madera de abedul oscurecido por Agustín Cruz; igualmente ambas llevan las cantoneras de los banzos en bronce plateado y faldón de terciopelo rojo.
La Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Vía Crucis se incorporó a los desfiles procesionales de la Semana Santa salmantina en 1990, siendo por tanto una de las hermandades de más reciente fundación; surgió en el barrio extramuros de San Bernardo con la intención de cubrir el hueco existente en la misma relacionado con el acto penitencial del Vía Crucis y, a este fin, hizo esa su primera salida a las 7,00 de la mañana del 12 de abril de ese año para rezar las catorce estaciones a su paso ante otras tantas iglesias y capillas conventuales de la ciudad.
La imagen titular de la Hermandad era un Ecce Homo de escayola realizado en serie en unos talleres de Olot el año 1989; representa a Jesús tras ser azotado, cubierto con una clámide roja y coronado de espinas; debido a su escasa calidad artística se decidió en 2007 encargar una talla en madera a Antonio Malmierca Zúñiga que reprodujera la anterior, cedida desde entonces a la capilla del Hospital de la Santísima Trinidad.
Igualmente ese año se cambió el horario de la procesión, pasando a salir por la tarde.
Los hermanos visten túnica de lienzo blanco ceñida con cinturón de cuero, escapulario de color negro y capirote blanco con el escudo de la Hermandad bordado. Paulatinamente se han ido incorporando nuevos enseres procesionales, así como un paso que soporta una Cruz desnuda con el correspondiente sudario portada por los más jóvenes.
Al atardecer de cada Jueves Santo se pone en marcha la Seráfica Hermandad de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Agonía, fundada en 1926 por la Patronal de Comerciantes.
La primitiva imagen titular era el Santísimo Cristo de la Agonía que recibe culto en la Capilla de la Venerable Orden Tercera de San Francisco (Capuchinos), magnífico crucificado de Bernardo Pérez de Robles realizado durante su estancia en Lima y que regaló posteriormente a dicha Orden en 1672. Acompañaron al Crucificado en ese primer desfile procesional otros dos pasos, uno con una Dolorosa atribuida a Salvador Carmona que se venera en el convento de las Madres Agustinas y el otro con el grupo El Prendimiento, obra en cartón piedra de Ángel Cantos, adquirido en Murcia.
Cuando las Agustinas dejan de prestar la imagen de la Dolorosa a finales de los años treinta, la Hermandad decide encargar una talla al escultor catalán Soriano Montagut, avecindado en Salamanca por aquellas fechas, que toma como modelo para su obra a la salmantina Romana Serra.
Talla de gran tamaño realizada en madera, de estilo clásico, con excelente policromía y estofados, es con seguridad una de las mejores aportaciones en el siglo XX a las imágenes procesionales de la Semana Santa de Salamanca.
La Dolorosa de Montagut sale por primera vez en procesión el año 1940; la Hermandad se ha afianzado y vive un momento de esplendor durante esta década, de tal forma que en 1944 se creará la hermandad filial del Perdón, como se señaló en su momento, y en 1947 se puede permitir encargar dos nuevos grupos escultóricos: El Prendimiento, obra de Damián Villar, y Jesús ante Pilatos, del bejarano Francisco González Macías, que desfilarán ya al año siguiente.
Las dificultades para sacar a la calle el Cristo del Perdón tras el traslado del convento de las Madres Bernardas propiciaron, como ya se indicó, que la Hermandad encargara una copia del crucificado al escultor salmantino Damián Villar, que sustituirá a aquél en las procesiones a partir de 1960.
Los hermanos visten túnica de lana blanca con botonadura y cíngulo morados, capa también de lana blanca y capirote de seda o raso en color morado con el anagrama de la Hermandad. Otros complementos son los guantes blancos y los zapatos negros, en los que antiguamente se llevaba una hebilla plateada.
La crisis generalizada obligó a prescindir de los dos pasos de misterio a partir de 1965 (así como a dejar de realizar la procesión con la hermandad filial del Cristo del Perdón a partir de 1973, como se dijo), por lo que el desfile quedó reducido a la salida de los dos pasos con el Cristo de la Agonía y La Dolorosa.
Posee la Hermandad ornamentos de gran vistosidad como la Cruz de Guía, ciriales, estandartes y banderines, además de las carrozas talladas en nogal y con faldones morados.
También desfilan algunos hermanos, cubiertos con verdugo blanco en lugar del capirote morado, como los hermanos de paso, portando enormes y pesadas cruces, esfuerzo penitencial que se ve incrementado con pesadas cadenas sujetas a sus tobillos.
A principios de los ochenta parece superado el mal momento, incorporándose de nuevo al desfile el paso de El Prendimiento debidamente restaurado; definitivamente, el Cristo de la Agonía de Damián Villar sustituye al de Pérez de Robles debido al mal estado en que éste se encuentra, lo que motivó la denegación del permiso de la Orden Tercera para salir en procesión a fin de que no se agravara el problema.
Una vez restaurado en 1994, después de casi tres décadas de ausencia de las calles de Salamanca, vuelve a salir en procesión el paso de Jesús ante Pilatos, con lo que la Hermandad recupera la organización de sus mejores años.
En febrero de 1971, cuando más fuerte era el declive de la Semana de Pasión en Salamanca, un grupo de jóvenes con inquietudes espirituales, devocionales y estéticas que no encajaban en ninguna de las cofradías existentes, deciden fundar la Hermandad del Santísimo Cristo del Amor y de la Paz para salir en procesión al anochecer del Jueves Santo. No sólo incluyen a la mujer como hermano de pleno derecho a partir de 1972, sino que también deciden desfilar con hábito monacal para dar testimonio público de fe en momentos tan difíciles.
Una soga de esparto ceñida a la cintura complementa el hábito blanco compuesto de túnica, escapulario y capucha; una gran campana tocando a muerto abre el desfile, en el que carracas, faroles de hojalata o pesadas cruces sin labrar de unos 80 kilogramos de peso son portados por los numerosísimos hermanos que salen en procesión desde el barrio del Arrabal.
La imagen titular es un Crucificado de autor anónimo, datado en el siglo XVII, de tamaño inferior al natural, representando a Jesús ya muerto, con la cabeza inclinada hacia la derecha y los ojos cerrados; tallado en madera de pino, lleva el paño de pureza anudado a la izquierda y en forma de aspa, lo que le confiere un parecido evidente con el Cristo de los Doctrinos que desfila el Lunes Santo desde la Capilla de la Vera Cruz.
Es portado a hombros de 90 hermanos de carga en el paso, probablemente, más largo de toda la Semana Santa de Salamanca.
María Nuestra Madre es una imagen de vestir realizada por el imaginero zamorano Hipólito Pérez Calvo en 1987. Lleva un precioso manto blanco bordado en hilo de plata, rosario de plata en la mano derecha, pañuelo de encaje en la izquierda y una hermosa diadema plateada.
En 2006 la Hermandad trasladó su sede canónica desde la Iglesia Nueva del Arrabal a la Vieja, que estaba recién restaurada, aunque la salida procesional se sigue haciendo desde aquélla, hoy propiedad del Ayuntamiento salmantino, que parece quiere promover aquí un Meseo de Arte Sacro.
El paso de María Nuestra Madre es portado por más de cien hermanas de carga.
Es preciso señalar que en 1984 desfiló también el paso denominado La Coronación de Espinas, cedido por la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno de León; como no encajaba demasiado bien en esta procesión, se decidió que participara en la General del Santo Entierro del Viernes Santo ya a partir del año siguiente.
Así lo hizo a hombros de hermanas de carga del Amor y de la Paz, que fueron las primeras mujeres en toda España que portaron íntegramente un paso de Semana Santa, si bien en ese mismo día y año las hermanas de la Vera Cruz también cargaron el paso de Jesús Nazareno.
En 1995 abandonaron la Procesión General y se reintegraron durante unos años a la del Amor y de la Paz del Jueves Santo, pero el grupo escultórico siguió sin encajar en la misma y dejó de desfilar; en 2004 fue devuelto a la cofradía de origen, que seguía siendo la propietaria de las imágenes.
VIERNES SANTO.-
En 1944 se funda la Hermandad Dominicana promovida por los gremios de Prensa, Papel y Ártes Gráficas, que contaron con el apoyo de los Padres Dominicos del convento de San Esteban. En su primer desfile procesional poco más de un centenar de cofrades acompañaron dos únicos pasos: el Santísimo Cristo de la Buena Muerte y La Piedad.
Ntra. Sra. de la Esperanza. González Macias
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Al año siguiente, 1945, se incorporan dos nuevas imágenes: Nuestro Padre Jesús de la Pasión y Nuestra Señora de la Esperanza, que habían sido bendecidas dos meses antes de Semana Santa; sin embargo, deja de salir en procesión durante tres años La Piedad, porque la Hermandad no cuenta con la autorización pertinente de los propietarios de dicho grupo escultórico.
En 1951 el imaginero Damián Villar realizó una nueva imagen de La Esperanza, que sustituyó en la procesión del año siguiente a la de González Macías, porque se consideraba que ésta era demasiado pequeña; fue llevada a Peñaranda de Bracamonte, donde todavía recibe culto y desfila procesionalmente como titular de su propia cofradía.
Quedó así configurada la Hermandad Dominicana del Stmo. Cristo de la Buena Muerte, Ntro. Padre Jesús de la Pasión, Ntra. Sra. de los Dolores y Ntra. Sra. de la Esperanza, tal como la conocemos hasta la actualidad, con dos sedes canónicas, el Convento de San Esteban y la Capilla del Santísimo de la Catedral Nueva.
Cada madrugada de Viernes Santo, a las 5,00 horas, salen los tres pasos de San Esteban precedidos por tres cofrades a caballo con capirotes negro, rojo y verde, respectivamente, igual que los estandartes propios de las correspondientes secciones; negro las del Cristo de la Buena Muerte y Jesús de la Pasión, rojo la de La Piedad y verde la de La Esperanza.
Con el paso de los años ha ido creciendo en número de hermanos y evolucionando hasta adquirir un cierto sabor andaluz, tanto en los enseres procesionales como en las andas y los adornos.
Cuenta también con hermanos penitentes portando grandes cruces y arrastrando cadenas sujetas a los tobillos, además de los hermanos de luz y de paso.
Muy peculiar es también la sección de hermanos vestidos con traje de luto charro, alumbrando con faroles, que preceden al paso de La Esperanza.
La Esperanza desfilaba en un paso tallado en madera por Vicente Cid Pérez decorado con escenas de la Pasión en medallones, así como con imágenes de evangelistas y otros santos en capillas y unos angelotes que portaban el emblema de la Hermandad y los atributos de la Pasión. A partir de 2010 lo hace en nuevo paso de palio en metal plateado realizado en los mismos talleres que el de La Piedad.
La evolución de la Hermandad también alcanzó tanto a la cruz del Cristo de la Buena Muerte como a las andas, según se puede apreciar en las fotografías superiores; la nueva cruz, estrenada en 2001, pasó a ser de tipo arbóreo, mientras que el paso, que portaban los hermanos con carga exterior mediante banzos, ahora es de carga interior, al tiempo que se han ido reformando y tallando nuevos respiraderos.
Otro tanto podemos decir de las andas que portan a Jesús de la Pasión, talladas en 1991 por Vicente Cid Pérez, con cartelas que representan escenas de la Pasión, tales como la Flagelación y el Entierro de las fotografías superiores, y con las figuras de los cuatro evangelistas en las esquinas del paso.
Como ya se ha señalado, tiene cuatro imágenes titulares. El Santísimo Cristo de la Buena Muerte es un crucificado anónimo del siglo XVII y tamaño inferior al natural; representa a Jesús ya muerto, con la cabeza inclinada hacia la derecha y los ojos cerrados.
Nuestro Padre Jesús de la Pasión es una imagen de 1945 obra del imaginero salmantino Damián Villar; afincado en Granada por aquellas fechas, donde tenía taller, se inspiró en el rostro del Cristo de la Misericordia de dicha ciudad, crucificado realizado por José de Mora.
Originalmente fue una imagen de candelero, hasta que a principios de este siglo se le añadió un cuerpo anatomizado; generalmente viste túnica blanca, ya que fue de este color la última que vistió Jesús cuando Herodes lo devolvió a Pilatos (Lucas 23, 11).
Nuestra Señora de los Dolores, más conocida por La Piedad, fue tallada por Luis Salvador Carmona en 1760; aunque no fue concebida para desfilar en procesión, no cabe ninguna duda de que conforma uno de los mejores, si no el mejor, grupos escultóricos de la Semana de Pasión salmantina.
Merecen ser destacados, especialmente, el dolorido pero sereno rostro de María, la perfecta anatomía del cuerpo muerto de Jesús y la caída y el plegado de los paños.
La cuarta imagen titular es Nuestra Señora de la Esperanza; como ya se indicó, en 1951 se sustituyó la realizada por González Macías, que había desfilado hasta entonces, por una imagen de vestir obra de Damián Villar, que es la representada en el estandarte de la fotografía superior.
En 2001 fue enviada a Sevilla para ser restaurada por Javier Roán, que devolvió una imagen completamente reformada y sin parecido alguno que la identificara con la de Villar, como se puede apreciar en la otra ilustración, circunstancia que causó profundo malestar en la Hermandad y en el entorno de toda la Semana Santa en general.
Cuando la claridad del amanecer vence a las tinieblas de la madrugada la procesión de la Hermandad Dominicana luce en todo su esplendor cuando recorre la Plaza Mayor, entrando por el arco mayor de San Martín desde la Plaza del Corrillo, siguiendo la fachada occidental o Pabellón de Petrineros y Guarnicioneros, después la fachada norte o pabellón Consistorial, más tarde la fachada oriental o Pabellón Real para salir, finalmente, por el arco mayor de San Pablo del Pabellón de San Martín o de Lenceros hacia la Plaza del Poeta Iglesias.
Realizada la reverencia de despedida entre los cuatro pasos, La Esperanza se sitúa frente a la puerta de la iglesia para acogerse a la misma, mientras La Piedad inicia su camino acompañada de su sección de hermanos.
Posteriormente Jesús de la Pasión y, por último, el Cristo de la Buena Muerte retornan también al templo, donde recibirán culto el resto del año en la capilla acondicionada al respecto.
El desfile procesional concluye de manera majestuosa con el grupo escultórico de Salvador Carmona llegando hasta su sede canónica y entrando en la Catedral por la Puerta de Ramos para ser venerado en la Capilla del Santísimo, donde habitualmente recibe culto.
El acto del Descendimiento comenzó a celebrarse en 1615, al principio en el interior de la capilla de la Vera Cruz, cofradía que se encargaba del mismo, y posteriormente en el Campo de San Francisco. A lo largo del siglo XIX la representación fue decayendo hasta desaparecer definitivamente en 1891.
Gracias al impulso recibido por la Junta Permanente de Semana Santa, en 1946 se recupera la tradición y vuelve a celebrarse dicho acto frente a la puerta sur de la iglesia de San Martín, aunque en años sucesivos, hasta 1956, se trasladará de nuevo al Campo de San Francisco.
A partir del año siguiente, 1957, y hasta 1964, el escenario será la Plaza Mayor, concretamente delante del arco de San Fernando del Pabellón Real. Las ilustraciones superiores, tomadas de la revista Christus, muestran uno de los momentos del Descendimiento y una vista general de la Plaza completamente llena de gente presenciando el acto.
La Junta Permanente decide un nuevo traslado en 1965; el entorno que se considera más apropiado en esta ocasión es el Patio Chico, junto a la puerta sur de acceso a la Catedral Nueva.
En estos últimos años el acto del Descendimiento ha vuelto a su lugar de origen en el humilladero del Campo de San Francisco. El grupo escultórico está compuesto por las imágenes de Cristo y los dos ladrones, la Virgen y San Juan.
Cristo Nuestro Bien es obra de Pedro Hernández, fechada en 1615. Representa a Cristo muerto con la boca y ojos entreabiertos. Los dos ladrones, Dimas y Gestas, fueron realizados en ese mismo año por Antonio de Paz. Las tres imágenes presentan brazos articulados.
Las imágenes de la Virgen y San Juan son anónimas; Nuestra Señora de la Amargura es obra de vestir del siglo XVII atribuida a Pedro Hernández; San Juan igualmente es imagen de vestir con la misma atribución.
En la actualidad, la Ilustre Cofradía de la Santa Cruz del Redentor y de la Purísima Concepción de la Virgen, su Madre, tras celebrar el acto del Descendimiento a primera hora de la tarde en el Humilladero del Campo de San Francisco, junto a su Capilla, realiza en solitario la procesión del Santo Entierro.
Tiene la cofradía su sede canónica en La Ermita o Capilla de la Vera Cruz, que se levanta a comienzos del siglo XVI en su actual emplazamiento; adosadas a la misma, también propiedad de la cofradía, otras dependencias albergan los enseres procesionales, diferentes imágenes y los distintos pasos.
La cofradía ha tenido distintos hábitos durante su larga historia; a partir de 1945 los cofrades visten túnica de lana blanca, capa azul también de lana, capirote de raso azul celeste con el emblema bordado, cíngulo azul con borlas, guante blanco y zapato y calcetín negro. Los hermanos de paso o de carga sustituyen el capirote por verdugo también en raso azul celeste y prescinden de la capa.
Aunque sus orígenes se remontan a 1240, cuando se erigió una congregación de disciplina que contaba con capilla y hospital propios, su fundación como Cofradía de la Vera Cruz se sitúa en 1506, fusionándose unos años después con la de la Purísima Concepción. En 1615 nacen tanto el acto del Descendimiento como la procesión del Santo Entierro, añadiéndose un año más tarde la del Domingo de Pascua.
Todos estos actos pasionales corren a cargo de la cofradía por privilegio que concede Felipe II y que confirman los monarcas posteriores, que le otorgaban la exclusividad para organizar las procesiones de disciplina en la ciudad.
Durante la primera mitad del siglo XIX la cofradía perdió muchas de sus propiedades, primero como consecuencia de la Guerra de la Independencia y más tarde debido a las desamortizaciones; no obstante pudo conservar una parte importante de su patrimonio, como la mayoría de obras artísticas, entre las que cabe señalar imágenes, obras pictóricas y pasos procesionales.
Siguiendo el orden que estos pasos ocupan en la procesión del Santo Entierro, que se corresponde con la secuencia cronológica de los hechos de la Pasión que representan, encontramos primero La Flagelación del Salvador, conocido popularmente como Los Azotes; fue esculpido por Alejandro Carnicero en el primer cuarto del siglo XVIII y regalado a la cofradía por uno de sus mayordomos.
Aparece Cristo en el centro de la composición junto a una columna baja y, formando un triángulo en torno a él, un legionario romano con lóriga y faldellín corto que sujeta la soga que lleva al cuello y dos sayones que lo azotan; las figuras de ambos sayones se caracterizan por su horrible catadura y la ferocidad de sus gestos, en especial la del que tira de un mechón de la cabellera de Jesús, bautizado por el pueblo como "Culo colorao" debido al color de su calzón.
En segundo lugar, sobre carroza de ruedas hasta hace poco y a hombros de un grupo de hermanas de carga actualmente, desfila el denominado Balcón de Pilato, también conocido como La Caña, tallado en la primera mitad del siglo XVIII y atribuido generalmente a Alejandro Carnicero, aunque investigaciones recientes desmienten dicha atribución.
La imagen de Jesús, con paño de pureza pleno de ondulaciones y pliegues, clámide púrpura, corona de espinas y una caña en su mano izquierda, está flanqueado por dos sayones representados según el gusto barroco, resaltando su fealdad; uno de ellos, debido a la peculiar fisonomía de su boca, es conocido popularmente como "Boca ratonera".
Frente a ellos, la imagen de Pilatos que, curiosamente, viste atuendo judío.
Este paso era conocido como Jesús Nazareno y salía en la procesión de "los Nazarenos" el Jueves Santo, como se comentará posteriormente al tratar de la Congregación de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Al unificarse todas las procesiones en la General del Viernes Santo dejó de salir, hasta 1918 en que se recuperó para la del Santo Entierro.
Actualmente se le denomina Jesús con la Cruz a cuestas o, popularmente, Nazareno Chico; es una imagen de vestir de notable calidad, cuya autoría se desconoce y datado a principios del siglo XVIII. Desde 1985 es portado a hombros por un turno de carga femenino.
A continuación desfila el paso de La caída, al que vulgarmente se denomina La Verónica; es un grupo escultórico anómimo datado en el siglo XVII y que ha sufrido numerosas transformaciones desde entonces. La más cercana en el tiempo fue realizada por González Macías en 1947.
El imaginero bejarano conservó el rostro de la Verónica y el del soldado romano, pero talló nuevas imágenes de Jesús, Simón de Cirene y el sayón que tira de la cuerda que rodea el cuello de Cristo. Este paso es portado a ruedas.
El Calvario es un grupo escultórico heterogéneo que se ha formado a partir de distintas imágenes realizadas en épocas diferentes. Así, el crucificado es el Cristo de los Doctrinos, al que ya se hizo referencia al reseñar su procesión del Lunes Santo, y la Virgen de la Amargura y San Juan proceden del grupo del Descendimiento, también ya descrito. La imagen de María Magdalena, que completa la escena, es obra anónima del siglo XVIII.
La carroza de madera que porta este paso es también llevada a ruedas.
A la Santísima Virgen de los Dolores ya se ha aludido al principio al tratar del Via Matris que se celebra en la tarde noche del Viernes Santo.
En 1754 se incorpora este paso a la procesión del Santo Entierro; portado a hombros de 32 cofrades, fue realizado en 1922 por los alumnos de las escuelas salesianas de Sarriá y costeado por su camarera, doña Gonzala Santana.
Esta magnífica imagen barroca, sin duda una de las mejores de la Semana Santa de Salamanca, fue realizada por el escultor e imaginero valenciano Felipe del Corral en el primer cuarto del siglo XVIII; inspirada en la Virgen de las Angustias de Juan de Juni, se representa como aquella sentada en una roca, con túnica roja y manto azul. Otra característica a destacar es el recurso gestual tan característico del arte renacentista que se manifiesta en la postura de los dedos de la mano (anular y corazón juntos, mientras el índice y el meñique se hallan separados), tal como se puede observar en muchas de las pinturas de El Greco o en imágenes de Alonso Berruguete y Juan de Juni. Otros grandes maestros posteriores, como Gregorio Fernández por ejemplo, de los siglos XVII y XVIII también recurrieron en sus obras a este recurso.
El Santo Sepulcro, realizado en ébano, concha, plata y cristal, es de autor desconocido y datado en 1678. Una vez que finaliza el Acto del Descendimiento, la talla articulada de Cristo Nuestro Bien se ofrece a los devotos asistentes para que puedan besar sus pies y, posteriormente, se introduce en el Sepulcro para dar comienzo la procesión del Santo Entierro.
Cerrando el desfile procesional de la cofradía cada Viernes Santo, es portado a hombros por dieciocho hermanos de paso.
La Cofradía de Jesús en el Huerto de los Olivos fue fundada en 1951; la Vera Cruz pasaba por momentos difíciles y se pensó que el gremio de los hortelanos, vendedores de frutas y verduras y personas relacionadas con estas actividades sería el más apropiado para ayudar a sacar el paso de La Oración en el Huerto.
Para salir en procesión el año siguiente, 1952, los cofrades vistieron túnica verde, capirote azul y guantes y cíngulo negros; más tarde se añadió una capa gris, conformando así la vestimenta oficial en esos primeros años.
En 1963 se aprobó el cambio de hábito en junta extraordinaria; la túnica pasó a ser blanca con botonadura verde, capa de color blanco para los hermanos de fila, capirote verde con el anagrama bordado, cíngulo igualmente verde, calcetines y zapatos negros y guantes blancos.
Tras varios años difíciles en que hubo que sacar el paso a ruedas, a partir de 1987 la cofradía resurge con fuerza adquiriendo unas andas nuevas para portar el paso a hombros y diversos enseres procesionales como faroles, varas y un nuevo estandarte.
El grupo escultórico titular de la cofradía lo componen cinco figuras de tamaño inferior al natural, propiedad de la hermandad de la Vera Cruz, complementadas con un olivo. Destacan las imágenes de Cristo orando y un ángel que le presenta el cáliz, ante las que aparecen dormidos los apóstoles Pedro, Santiago y Juan; está fechado con anterioridad a 1769, año en que el grupo aparece ya citado en un documento.
La cofradía inicia su procesión a media tarde en la iglesia del Carmen de Abajo, donde tiene su sede canónica desde 2008; hasta 2013 realizaba el recorrido general del Santo Entierro, procesión en la que se intercalaban los pasos de las distintas cofradías que la componían, pero la práctica disolución de la misma ha permitido que actualmente haga un recorrido particular y propio.
En el siglo XVI instalan los Trinitarios Descalzos su convento en Salamanca junto a la iglesia de San Miguel, muy cerca del Tormes, y poco después se funda en la misma una Confraternidad de la Santísima Trinidad integrada por seglares. La famosa riada de San Policarpo en enero de 1626 destruye convento e iglesia, por lo que los trinitarios han de trasladarse a la actual Plaza de Colón, denominada entonces de San Adrián; unos años más tarde, en 1664, se construye la iglesia de la Santísima Trinidad, actual parroquia de San Pablo.
A lo largo del siglo XVIII se realizan en todo el ámbito nacional diferentes imágenes de Jesús Nazareno Rescatado y, en torno a ellas, distintas cofradías para rendirles culto; en ese contexto nacería en Salamanca la Ilustre y Venerable Congregación de Jesús Rescatado. Cuando en 1836 se producen los procesos desamortizadores y de exclaustración, los trinitarios abandonan la ciudad y la Congregación se hará cargo de custodiar la venerada imagen hasta que a finales de siglo la iglesia conventual se transforma en la parroquia de San Pablo.
En 1885 se formará una filial femenina para dar culto a la imagen de Nuestra Señora de las Angustias y salir en procesión acompañando a Jesús Rescatado. Poco más de un siglo después, en 1987, la Congregación y su filial se integran en la Congregación de Jesús Rescatado y Nuestra Señora de las Angustias, si bien las hermanas estaban autorizadas a vestir el hábito ya desde 1978.
Jesús Rescatado, titular de la congregación, es una imagen de vestir anónima del siglo XVII; viste túnica de terciopelo morado bordada en oro, cíngulo a la cintura y al cuello y escapulario trinitario; lleva cabello postizo ceñido por corona de espinas.
Es portado a hombros por dos turnos de carga, uno formado por 24 hermanos y el otro por 28 hermanas.
La segunda imagen titular es Nuestra Señora de las Angustias, obra anónima de finales del siglo XVII o principios del XVIII, que se cree procede de las parroquias desaparecidas de San Polo o de San Justo. Es una interpretación de La Piedad, con María sujetando a Jesús muerto en sus brazos a los pies de la cruz, de la que cuelga un sudario.
Es portada a hombros por 24 hermanos de carga en un solo turno.
El desfile procesional sale de la parroquia de San Pablo y, al igual que la cofradía de la Oración en el Huerto y la Congregación de Jesús Nazareno y Santo Entierro, hasta hace poco participaba en la Procesión General del Viernes Santo por la tarde, alternando el orden de los pasos conforme a la secuencia de la Pasión.
Desde que se suprimió dicha Procesión General realiza su propia estación de penitencia en la Catedral; su itinerario discurre por el Patio Chico y calles tan emblemáticas como Tostado, Libreros y Rúa Mayor antes de entrar en la Plaza Mayor, para regresar por la calle San Pablo a su sede canónica.
Para finalizar con las procesiones del Viernes Santo nos fijaremos en la que tiene lugar con salida y entrada en la iglesia de San Julián y Santa Basilisa a cargo de la Ilustre y Venerable Congregación de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Santo Entierro.
La celebración popular de la Semana Santa en Salamanca, a partir de 1506 y durante dos siglos, estuvo protagonizada en exclusiva por la Ilustre Cofradía de la Santa Cruz del Redentor, acogiéndose al privilegio concedido por Felipe II en este sentido y a pesar de distintas tentativas para fundar nuevas cofradías.
Ante la insistente petición de nuevos desfiles, la Santa Cruz hubo de promoverlos en su seno; así, en 1616 surge la iniciativa de una procesión de penitencia con nazarenos portando cruces, que se lleva a cabo a partir del año siguiente. El hábito sería morado, igual que el capillo, con una corona de soga cosida y otra soga anudada al cuello que llegaría hasta los pies, que irían descalzos; los nazarenos portarían cruces al hombro.
Dicha salida procesional se hacía el Miércoles Santo, pero paulatinamente fue decayendo, por lo que los devotos de Jesús Nazareno pensaron que lo mejor sería organizarse como congregación dentro de la Cofradía de la Santa Cruz. A tal fin se redactan unas Ordenanzas que fueron ratificadas por el papa Inocencio XII en 1691.
La Congregación de Jesús Nazareno se fue consolidando en el Real Convento de San Francisco hasta el punto que en 1716 ya tenían su propio paso, realizado por José de Larra Churriguera, lo que supuso un enfrentamiento con la cofradía madre que no permitió desfilar más a los nazarenos, así como el traslado de la congregación al Colegio de San Carlos Borromeo. Así fue hasta 1724, en que se firma la Concordia que permitirá desfilar a la Congregación con su paso.
Las ocho figuras con que contaba en origen el paso denominado Jesús en la calle de la Amargura fueron reducidas a cinco. Destaca entre ellas la de Jesús Nazareno, imagen barroca en madera policromada de las conocidas como "de vestir" que representa a Cristo con la cruz a cuestas; viste, como es tradicional, túnica morada con adornos dorados y lleva ceñida corona de espinas en oro.
Las restantes figuras son la de María, realizada por Antonio Hernández a finales del siglo XVIII, que sustituyó a la Dolorosa original, el Cirineo, que ayuda a soportar el peso de la cruz a Jesús, un sayón que sujeta el cíngulo que lleva al cuello y, por último, un soldado romano como escolta del condenado. Todas estas figuras son de madera policromada.
Tras la crisis ocasionada por la Guerra de la Independencia, que obliga a trasladar las imágenes primero al convento de las Madres Agustinas Recoletas y después a la iglesia de San Julián, reaparece con mayor fuerza en 1814, ya con sede canónica en dicha iglesia, llegando a ser durante todo ese siglo y principios del XX la de mayor número de cofrades en la ciudad.
En 1942 se incorpora un segundo paso obra de Francisco González Macías representando El Santo Entierro, que desfila ya al año siguiente y sucesivos a hombros de treinta hermanos de carga hasta que la crisis de los años setenta obliga a suspender su salida procesional por falta de hermanos.
No obstante, la entrada de la mujer como hermana de cruz con todos los derechos en 1983 permite remontar el vuelo a la congregación y ya en 1989 el paso vuelve a desfilar con nuevas andas, a partir de entonces compartiendo carga hombres y mujeres hasta la actualidad.
El grupo escultórico escenifica el entierro de Jesús tal como se narra en los evangelios: José de Arimatea solicita y recibe permiso de Pilato para enterrar al Señor y, ayudado por Nicodemo, fajando su cuerpo con bandas y aromas, lo trasladan y depositan en un sepulcro nuevo excavado en un huerto cercano al Calvario.
Unos pasos detrás se sitúan las figuras de San Juan y la Virgen; el discípulo amado ha recibido a los pies de la cruz el encargo de Jesús de cuidar a María y así lo hace abrazando a la Madre en la comitiva del entierro.
La escena se completa con otras dos figuras que también aparecen reflejadas en el relato evangélico de la sepultura de Jesús, como son la otra María (María Salomé o María de Cleofás), que porta una jarra con perfumes, y María Magdalena, a veces confundida con un ángel, ya que no lleva el habitual tarro con ungüento en la mano sino que está representada con el brazo en alto.
Dado que este paso es el de más peso de toda la Semana Santa salmantina, a veces no desfila con las siete figuras, como se aprecia en una de las fotografías adjuntas.
Todas las figuras están talladas en tamaño natural y muestran una buena policromía; el autor, González Macías, formó parte de la denominada Escuela de Imaginería de Salamanca junto a otros artistas cuyas obras también salen en distintos desfiles procesionales salmantinos, como Damián Villar y Soriano Montagut.
SÁBADO SANTO.-
Al filo de la medianoche entre Viernes y Sábado Santo sale en procesión por la la Puerta del Obispo de la Catedral Nueva la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, actualmente la más numerosa de cuantas desfilan en Salamanca, con más de 2.800 cofrades. Tiene su sede canónica en una de las capillas de la cabecera del templo catedralicio.
Los hermanos visten túnica, capa, capirote, cíngulo, zapatos, calcetines y guantes color negro, con el anagrama de la Hermandad bordado en el capirote a la altura del pecho. Dicho anagrama consta de una corona de espinas en la que van inscritos tres clavos.
La imagen titular es Nuestra Señora de la Soledad, realizada por Mariano Benlliure en 1941, perfeccionada dos años más tarde por el autor y adornada posteriormente, ya en 1960, con lágrimas de brillantes.
Pese a su apariencia, no es una imagen de vestir, sino que está completamente tallada en madera, con 167 cm de altura incluida la peana.
En 1964 se estrenó el precioso manto que luce, bordado con hilo de plata sobre terciopelo negro, que pesa más de 60 kilos.
Desfila en un paso de palio que pesa unos 3.000 kilos, por lo que es necesario que sea portado por 90 hermanos de carga. Fue realizado en metal plateado por los Talleres Pedro Ruiz en Vitoria el año 1930; posteriormente se le añadieron los banzos exteriores.
El año 1993 se decidió añadir un nuevo paso para enriquecer la salida procesional, que se encargó a los escultores Tomás Monzón y Vicente Cid; se denominó La Soledad de la Cruz y fue bendecido en 1997.
Representa una Cruz en plano inclinado sostenida por cuatro angelitos, más un quinto detrás llorando; éstos están tallados en pino-cedro de Canarias y policromados; aquélla, en palosanto de jacarandá con remates y cantoneras en oro. Es portado a hombros en andas talladas en madera y con adornos en plata.
La Hermandad fue fundada en 1645 por el gremio de zapateros con fines benéficos; después de absorber, en el siglo XIX, a otras cofradías que pasaban penurias económicas va adquiriendo paulatinamente un carácter penitencial y en 1890 se integra en la procesión del Santo Entierro que organiza la Vera Cruz.
A principios del siglo XX ya adquiere su carácter estrictamente penitencial y en 1905 organiza su propia procesión de forma independiente.
Entre los momentos más significativos de la procesión conviene destacar, además de su salida bajo una lluvia de pétalos de flores, el recorrido por la Plaza Mayor; aunque en las fotografías de 2011 que ilustran este comentario se aprecia la Plaza iluminada, es de señalar que generalmente se apagan todas las luces al hacer entrada el paso de La Soledad, mientras suena o se canta el Ave María desde el balcón del Ayuntamiento.
Otro momento estelar se vive en el atrio de la iglesia de San Esteban al producirse el encuentro de Nuestra Señora de la Soledad con Nuestra Señora de la Esperanza, que sale a recibirla a hombros de los hermanos de la Dominicana.
Los hermanos que abren el cortejo con la Cruz de Guía y los que portan el incensario, entre otros, visten el hábito propio de la Hermandad con escapulario de arpillera en lugar del de lienzo que utilizan el Jueves Santo. El hermano que abre la procesión lleva túnica de cola de paño negro con capucha, va calzado con sandalias y porta un farol; dicho hábito se inspira en el de los antiguos disciplinantes.
La Cruz-guía es obra del cacereño afincado en Salamanca Vicente Cid en 1990; el Crucificado, de bella factura, va sujeto por cuatro clavos.
Tras la manga de luto que abre la procesión junto a la Cruz-guía desfilan de dos en dos hermanos, que visten también el hábito monacal de la hermandad matriz con escapulario de arpillera, portando unas tabuletas pintadas por el salmantino Jerónimo Prieto representando distintas escenas del Vía Crucis; del mismo autor es el Cristo de la Tabla datado en 1992 y portado por hermanos que visten el negro hábito monacal de disciplinante.
Siguiendo el orden en que discurre la procesión, a continuación encontramos a las hermanas desfilando por parejas en el centro de la calle, ataviadas con el traje charro de luto en ventioseno negro utilizado en la Sierra de Francia durante los siglos XVII-XVIII, complementado con zapatos también negros y hebilla de plata y manto rematado con borla.
Los hermanos, a su vez, en hilera de a uno, visten el hábito monacal de disciplinante ya citado, con mangas anchas, capucha y larga cola en paño grueso de color negro; calzan sandalias negras y portan hachones de madera muy trabajados, similares a los utilizados antiguamente en la Sierra de Francia.
La imagen titular de la Sección es el Santísimo Cristo de la Liberación, obra realizada en 1988 por el imaginero Vicente Cid en pasta de resina con alabastro policromada; representa a Cristo yacente con la cabeza inclinada hacia la derecha y con los ojos y boca entreabiertos.
La imagen, de gran realismo, portada a hombros de treinta hermanos en unas simples andas de madera, se venera habitualmente en la capilla del cementerio católico San Carlos Borromeo, donde tiene la sección su sede canónica. Como ya se señaló en su momento, el Viernes de Dolores se realiza el traslado hasta el Colegio de los Irlandeses.
En las ilustraciones superiores se aprecian claramente las profundas heridas causadas por la Pasión, tanto en las rodillas como en el costado, así como los agujeros producidos por la crucifixión en manos y pies. Es preciso destacar el simbolismo de la mano derecha abierta, ofreciendo el dolor y el sacrificio sufridos así como el perdón prometido antes de morir.
El Cristo de la Liberación desfiló por primera vez el Sábado Santo de 1989; estos últimos años se ha acortado el recorrido de la procesión y en lugar de dar la vuelta a la catedral por el Patio Chico y la Plaza de Anaya se dirige directamente desde la Plaza Juan XXIII a la Rúa Antigua.
Forman parte también del cortejo procesional un coro vestido con hábito monacal cisterciense con amplias mangas que entona cantos gregorianos a lo largo del recorrido y un grupo musical de viento que interpreta marchas fúnebres propias de una celebración de estas características.
En la tarde del Sábado Santo realiza su procesión la Hermandad del Silencio, fundada en 1985. Buscaron una imagen para ser su titular y, tras varias tentativas en distintas parroquias, consigue que le sea cedido a tal fin un Crucificado existente en la de Jesús Obrero, en el barrio de Pizarrales, procedente de la capilla del colegio de las Josefinas Trinitarias.
Como carecía de una denominación precisa se le asignó la de Cristo de la Vela, por ser así conocida la primera imagen en la que pensó la hermandad. Está realizado en escayola, seguramente en talleres de Olot, datado a principios del siglo XX. Desfila en plano inclinado sobre andas de carga interior.
Se tomó también la decisión de fijar la sede canónica en la parroquia de Jesús Obrero, implicándose la gente de Pizarrales en el proyecto desde un principio.
Los hermanos visten túnica negra, escapulario con el emblema bordado y capirote rojo; los hermanos de paso y los niños cambian el capirote por esclavina también de color rojo. El anagrama es una vela encendida inscrita en corona de espinas roja sobre fondo negro.
La otra imagen titular es Nuestra Señora del Silencio, incorporada como tal en 1990; es una Dolorosa de estilo castellano obra de Enrique Orejudo, que representa a María regresando del sepulcro tras dejar allí enterrado el cuerpo de Jesús. Ricamente estofada, muestra túnica roja y manto negro.
El paso es portado a hombros de un turno de hermanas sobre andas de carga interior.
Desde 1988 desfila también un paso portado por niños denominado La Palabra de Dios, que representa una Biblia abierta tallada en madera por Enrique Orejudo; la página izquierda está ilustrada con un Calvario, mientras que en la derecha aparece el texto "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu", la séptima y última de las palabras pronunciadas por Cristo en la cruz.
En las fotografía superiores, otros enseres que la Hermandad ha ido incorporando paulatinamente a su cortejo procesional, que es el de más largo recorrido de todos los de la Semana Santa capitalina.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN.-
El Domingo de Resurrección tiene lugar la Procesión del Encuentro que organiza la Ilustre Cofradía de la Santa Cruz del Redentor y de la Purísima Concepción de la Virgen, su Madre poniendo fin a la Semana Santa salmantina. Se organizó por vez primera en 1616.
Aunque no todos los años las dos procesiones que la integran realizan el mismo recorrido, ya que el Encuentro ha acontecido en distintos escenarios, la composición de ambas es siempre la misma. Primero sale la Procesión de la Virgen de la Alegría y poco más tarde la Procesión de Jesús Resucitado del templo de la Vera Cruz.
Además de las imágenes del Resucitado y la Virgen de la Alegría desfilan otros dos pasos: el Lignum Crucis, obra de Pedro Benítez y Cristóbal de Honorato en 1675, y el Sepulcro vacío, ya descrito al tratar de la procesión del Santo Entierro.
A partir del año 2013 el Encuentro se ha realizado en el atrio de la Catedral, pero en años anteriores lo hacía en la Plaza Mayor o en la Plaza de Anaya.
Según iban llegando los cofrades de las distintas hermandades, cofradías y congregaciones que acompañan a los de la Vera Cruz en la procesión de la Virgen de la Alegría, aún con manto negro, se iban situando frente al Pabellón Real con sus estandartes; también, esperando al Resucitado, la Cruz-guía y el Lignum Crucis.
Posteriormente, entrando en la Plaza por el arco de la calle Prior, se incorporaba el paso con el Sepulcro vacío, que también ocupaba su lugar.
Con todo ya dispuesto entraba en la Plaza el Resucitado para colocarse frente al paso de la Virgen, que era despojada del manto negro de luto tras las reverencias entre ambos pasos.
En ese momento, para celebrar el feliz encuentro de Madre e Hijo, un grupo de baile ataviado con trajes charros interpreta una danza ante ambas imágenes en el centro de la Plaza Mayor.
Finalizados los bailes charros, ambos pasos con las imágenes titulares, Jesús Resucitado, que se había atribuido a Alejandro Carnicero al parecer de forma errónea, y Nuestra Señora de la Alegría, obra anónima del siglo XVIII, inician juntos el regreso hacia la capilla de la Vera Cruz desfilando ante el Ayuntamiento decorado con las colgaduras representando los emblemas de todas y cada una de las cofradías salmantinas.
Con la salida de la Plaza y tras hacer el recorrido conjunto de vuelta hacia su templo, donde habitualmente reciben culto el resto del año, finalizan los actos de la Semana de Pasión con el regocijo por la Resurrección de Cristo, triunfador de la muerte.
Mi deseo es que cada año siga creciendo e incrementándose la importancia de esta Semana Santa de Salamanca a todos los niveles, como paulatinamente se ha ido reconociendo al declararla de interés primero regional, luego nacional y actualmente internacional, pero sin olvidar en ningún instante su raíz y fundamento, que no es otro que la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús y su representación en la calle, como muestra de fe en aquellos acontecimientos de hace dos milenios y de compromiso con unas creencias arraigadas desde muy temprano en el imaginario colectivo del pueblo salmantino en particular y español en general.
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La Orden de los Siervos de María (Servitas) fue fundada en Florencia en el primer tercio del siglo XIII; de sus siete santos fundadores, canonizados por el papa León XIII en 1888, el más conocido es san Alejo.
Tras una visión de la Virgen, deciden usar hábito negro en recuerdo del luto de María ante la Cruz y adoptar la regla de san Agustín; pronto, ya en los siglos XIV y XV, se convertirá en propagadora de la devoción a los Siete Dolores de la Virgen María, de tal forma que en la ciudad de Colonia en 1423 dicha devoción entra a formar parte de la liturgia de la Iglesia.
La máxima expansión se producirá en los siglos XVII y XVIII, por influencia principalmente de los Servitas, que siguen siendo sus máximos propagadores; no obstante, la forma actual del Vía Matris no es anterior al siglo XIX.
Los Siete Dolores son: 1º.- Profecía de Simeón. 2º.- Huida a Egipto. 3º.- Jesús perdido y hallado en el Templo. 4º.- Encuentro de Jesús y María en la Vía Dolorosa. 5º.- Jesús muere en la Cruz ante la mirada de María. 6º.- María recibe el cuerpo muerto de Jesús junto a la Cruz. 7º.- Sepultura de Jesús y soledad de María.
FUENTES.-
- Semana Santa Salamanca 1952. Ed. Publicidad Arenas en Imp. "Minerva"
- http://semanasantasalamanca.portfoliobox.io/#!/
- www.ssantasalamanca.com
- www.turismocastillayleon.com/.../semana-santa/semana-santa-salamanca
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ResponderEliminarBuenas tardes. Como miembro de la directiva de la Hermandad Universitaria del Cristo de la Luz dos precisiones. La primera es que aunque la revista de 1952 parece decir que los hermanos se turnaban para cargar con el paso, esto no es cierto. En las normas fundacionales se deja claro que no se pueden hacer relevos. Los mismos 20 hermanos que salen de la iglesia son los que vuelven a entrar con el paso. Esta norma se sigue manteniendo hoy. Respecto a la mención de los hermanos de Valladolid, su Cofradía se hermanó con la nuestra en 1998, en nuestro 50 aniversario y desde entonces nos acompaña una representación suya el Martes Santo. El Jueves Santo les devolvemos la visita y participamos en su procesión acompañando a la magnífica talla del Cristo de la Luz de Gregorio Fernández.
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