Alba de Tormes

Alba de Tormes
Vista de Alba de Tormes. Anton van den Wyngaerde, 1570.

viernes, 29 de enero de 2016

SAN CLAUDIO DE OLIVARES. ZAMORA

La iglesia de San Claudio está ubicada en el arrabal de Olivares, cuyos habitantes en época medieval se dedicaban fundamentalmente a la agricultura, curtido de pieles y explotación de las aceñas, ya citadas en un documento de 945 por el que Ramiro II hace donación de las mismas al monasterio de Sahagún; extramuros de los tres recintos amurallados, no está demasiado lejos de otro emblemático templo románico, Santiago el Viejo o de los Caballeros.
El santoral católico recoge diversos santos de nombre Claudio; parece ser que el titular del templo, que sufrió martirio por declararse cristiano durante las persecuciones del emperador Diocleciano a principios del siglo IV, sería uno de los hijos de San Marcelo, centurión y también mártir, natural de León.


Es iglesia de una sola nave y cabecera formada por ábside ultrasemicircular precedido de tramo recto presbiteral, con acceso por la portada situada en la fachada norte. Se construyó en dos fases; a la primera, en los años centrales del siglo XII, pertenece la cabecera y el arranque de la nave; a la segunda, en las décadas finales de ese mismo siglo, el resto del templo.
Tanto el muro meridional como el hastial occidental y las bóvedas de la capilla Mayor, es decir, la de horno del hemiciclo y la de cañón del presbiterio, se rehicieron en 1910; en dicha intervención se erigió también la actual espadaña de ladrillo.


Para definir su emplazamiento con respecto a la ciudad nada mejor que la Vista General de Zamora del paisajista flamenco Anton Van der Wingaerde. 
En el centro de la ilustración, rodeada de un círculo rojo, la iglesia de San Claudio; hacia el oeste, en azul, el convento de Santa Clara de los Arenales y, al norte de éste, en verde, el Campo de la Verdad; hacia el sureste de San Claudio, en marrón, las aceñas de Olivares y, hacia el noreste, en añil, la Puerta Óptima del primer recinto amurallado, también denominada de Olivares o del Obispo.  


Con la misma finalidad podemos fijarnos igualmente en una maqueta de la ciudad medieval que estuvo en su día expuesta en las aceñas; en ella se puede observar la extensión del arrabal, importante si lo comparamos con la ciudad intramuros; en un círculo rojo la iglesia de San Claudio, en verde Santiago el Viejo y en azul las aceñas.
Conviene destacar también la situación del Puente Viejo, ya muy deteriorado, el camino de subida y acceso al recinto amurallado desde el propio arrabal y el talud de las Peñas de Santa Marta hasta el cauce del Duero.



Siguiendo la pauta de los maestros constructores comenzaremos por la cabecera; el ábside, ultrasemicircular como ya se dijo, presenta un basamento escalonado, sobre el que estaba previsto apoyaran seis columnas adosadas que contribuirían a su decoración y a enmarcar las tres ventanas saeteras; sólo se conserva una al sur y las basas del resto.
En el alero, la cornisa decorada con tacos o billetes se apoya en una serie de canecillos lobulados y otros con diversas representaciones de personajes en diferentes actitudes.




Comenzando por el extremo más al sur del tambor encontramos la columna antes señalada y varios canecillos, entre los que destacan uno representando a un personaje que empuja un barril y otro de rollos.










Siguiendo el recorrido por el alero, en sentido contrario a las agujas del reloj, encontramos algunas representaciones de faenas agrícolas, parecidas a las que están representadas en el menologio o mensario de la portada; así vemos a un campesino que empuña un podón con el que arregla y prepara la viña, escena propia del mes de marzo.
En el otro canecillo, dos personajes con barba parecen luchar, agarrando uno el brazo del otro mientras se sujetan entre sí por el cuello.






















A continuación encontramos un personaje acuclillado y lo que parecen ser dos hojas muy carnosas con el extremo enrollado sobre sí mismas.
Más allá, otra escena de vendimia, con un campesino cortando y guardando los racimos en un recipiente que tiene en el suelo, tal como se hace en septiembre.


Siguiendo la curva del hemiciclo, ya hacia el lado norte, vemos la representación de lo que podría ser un dragón con la cola enroscada, al que le falta la cabeza.
Con respecto al otro canecillo existen, al menos, dos versiones; una señala que se trata de un hombre defecando, mientras la otra sostiene que es un personaje levantando su faldón para calentarse a la lumbre, escena propia del mes de febrero en el calendario agrícola.




Las figuras de dos de los canecillos situados en el lado norte, ya junto al tramo recto del presbiterio, muestran, respectivamente, a un músico cubierto con un gorro y tocando lo que parece un arpa y a un personaje con su brazo derecho en alto sosteniendo y agitando un ramo y el izquierdo en jarras, al tiempo que junto, o sobre, el hombro izquierdo se observa lo que podría ser un ave, tal como se representaban en los mensarios los denominados "señores de la primavera" en las escenas del mes de abril.





















Para finalizar esta larga serie, el alero del muro norte del presbiterio también se decora con diversos canecillos que están bastante deteriorados; en uno de ellos parece estar representado un personaje que sostiene algo en alto, a juicio de algunos tal vez una balanza o romana con la que pesaría los fardos o sacos que también aparecen en la escena.
Los canecillos del muro sur del presbiterio, por su parte, se limitan a representar rollos o motivos vegetales, también en bastante mal estado de conservación.


Antes de fijarnos en la portada conviene señalar que, adosada al muro del presbiterio de este lado norte, hubo una sacristía levantada en época postmedieval, a la que se accedía desde el interior del templo por el vano abierto en uno de los arcos ciegos del tramo recto presbiteral. Se hizo desaparecer en la intervención realizada en los años 80 del siglo XX, pero todavía hoy es posible contemplar la huella que dejó en el paramento, como se aprecia en la fotografía.



La portada, con arco de medio punto, sobresale del muro y está protegida con un tejaroz, sostenido a su vez por canecillos con representación de cabezas humanas.
Tanto el arco como las tres arquivoltas apean en jambas lisas escalonadas, a las que se han adosado columnas acodilladas de reciente ejecución, en la reforma de los años 80 del siglo XX. Las antiguas presentaban fustes variados; los capiteles, con motivos vegetales y animales, sí son medievales, pero están muy deteriorados.
La arquivolta interior, la más cercana al arco, está decorada con un mensario o menologio; está compuesta por catorce dovelas, doce correspondientes a los meses de año y las dos de los extremos representando cuadrúpedos.



Las dos dovelas de los extremos, como toda la arquivolta en general, están en muy malas condiciones debido a las inclemencias que han debido soportar, teniendo en cuenta además que la portada se abre en la fachada norte. Los dos cuadrúpedos están descabezados y les faltan también otras partes del cuerpo, pero a juicio de los expertos podrían ser felinos.



Con objeto de que se aprecien mejor los detalles de las dovelas correspondientes a los meses de enero y febrero, situadas a la derecha de un observador de la portada, he girado las fotografías noventa grados para que se vean más o menos rectas.
En la primera, enero, se representan dos personajes ricamente vestidos y sentados ante unas mesas; en la otra, febrero, dos campesinos se calientan al fuego, uno sentado y el otro levantando su sayón.



La escena correspondiente a marzo presenta a un personaje que lleva una vasija (o cubo) sujeta por el asa y a otro, encorvado, que parece realizar labores de poda o preparación de la tierra.
Por lo que se refiere al mes de abril, se observan dos personajes a los que falta la cabeza, uno sembrando y el otro agitando dos ramos y con un ave en el hombro, muy parecido al que aparecía en uno de los canecillos y al que dijimos se denomina generalmente "señor de la primavera".


La dovela relacionada con el mes de mayo también está incompleta por el deterioro, principalmente en lo referente al caballero, pero se puede deducir, no obstante, que la escena muestra a éste partiendo para la caza acompañado de un lebrel, que lleva a la grupa del caballo, y de un halcón.



Mayores dificultades de interpretación presentan los meses de junio, julio y agosto, porque aquí la erosión ha ocasionado un deterioro todavía más evidente. A juicio de los expertos, en función de las escenas correspondientes a estos meses en otros menologios, se trataría, en junio,  de tareas agrícolas tales como la manipulación de una colmena por un personaje arrodillado, mientras otro se dedica a segar o podar en posición encorvada; en julio, una figura parece cargar algo a la espalda, quizás un haz de cereales, y el otro levantar una copa, representación habitual de la sed propia del verano; en agosto, por su parte, habría una escena de trilla, con un personaje tras un animal.
Aunque he tratado de fijarme detenidamente en cada uno de los detalles, tanto de forma directa como a través de las fotografías, particularmente me es muy difícil distinguir cualquiera de estas escenas.



Un poco más fáciles de distinguir parecen las dovelas correspondientes a los meses siguientes, septiembre y octubre, igualmente con muchos desperfectos; la primera sería una escena de vendimia, con dos personajes junto a unas vides, y en la segunda se realizaría el trasiego del vino a un gran tonel.



En las dos dovelas restantes se pueden apreciar, respectivamente, dos campesinos junto a una pareja de cerdos en la correspondiente a noviembre y un labriego conduciendo a su mula cargada con un haz de leña en la de diciembre, escenas habituales para representar estos meses en el calendario agrícola.


Entre la arquivolta interior y la siguiente hay un friso con decoración vegetal y restos de policromía en tonos azules. Dicha arquivolta central está decorada con dobles hojas muy trabajadas, grandes y con acusado relieve.



La arquivolta exterior se decora con animales reales y otros fantásticos del Bestiario románico; en las ilustraciones superiores se distinguen un cuadrúpedo sin cabeza cuya cola remata en una especie de palmeta, lo que podría ser un carnero y un dragón que devora o combate con lo que parece una serpiente.



En estas otras dos fotografías se observan un cuadrúpedo y un grifo en la superior y un león pasante con la cola sobre su lomo en la inferior; seguramente esta última figura sea una de las mejor conservadas de toda esta arquivolta.



Una de las representaciones más curiosas es la escena superior; un personaje que sujeta un bastón en su mano izquierda se enfrenta a un simio o un oso erguido. En la otra ilustración, dos aves, la de la derecha muy deteriorada, picotean los frutos de un árbol situado entre ellas.
Por encima de esta arquivolta, protegiendo el conjunto, hay una chambrana decorada con palmetas.



En la clave del arco de medio punto, inscrito en un óvalo con policromía azul, el Agnus Dei o Cordero apocalíptico.
Muy cerca, en una dovela bajo las escenas propias de agosto y septiembre de la arquivolta interior, aparece una inscripción epigráfica que actualmente es de difícil lectura.
Según la Enciclopedia del Románico, Gómez Moreno se hizo eco de la misma y la transcribió así: VESPERA : DE : NATALEM: // E : LA : MILINARIA: DEL : DI // O : E : NO : TIE(M)PO : DE : LOS : ANOS : // MALOS : REINA(N)TE : EL : REI : // DO(N) ALFONSO : SUB : // E: MA : CCA : NON(A)G(IN)TA VII.
Es decir, "En la víspera de la Navidad, en el milenario de Dios, en el tiempo de los años malos, reinando el rey don Alfonso, en la era MCCXCVII (año del Señor 1259).


El alero del muro septentrional de la nave, tanto por encima del tejaroz de la portada como en el resto de la fachada, descansa en los muy utilizados canecillos troncopiramidales de hojas lanceoladas, similares a los de la catedral y de otros templos tanto en la capital como en el resto de la provincia.





















Una vez en el interior conviene fijarse fundamentalmente en la capilla Mayor; bajo el arranque de las bóvedas del ábside y del presbiterio, rehechas en 1910 como ya se dijo, una línea de imposta decorada con tacos o billetes en la que quedan restos de policromía de tonos negros, ocres y rojos; una segunda imposta de las mismas características bajo las tres ventanas saeteras del tambor, que presentan derrame muy acusado.
El tramo recto presbiteral está dividido en dos tramos por un arco fajón, igualmente de nueva construcción como las bóvedas y como el arco triunfal, que es de medio punto doblado.



El presbiterio está adornado con doble arquería ciega a cada lado; los arcos de medio punto apean en columnas acodilladas a los extremos y dobles en el centro.
En el más cercano a la nave del muro meridional se ha abierto un lucillo de arco muy apuntado, similar a otro existente en el muro norte de la nave.



El arco fajón que divide el presbiterio en dos tramos descansa en sendas ménsulas decoradas con atlantes, el del lado meridional acuclillado y con los brazos en alto, como es norma general, mientras que el del muro septentrional se muestra en actitud pensativa, con la cabeza apoyada en la mano derecha y con la mano izquierda sobre la rodilla.


El capitel de la columna que sostiene el arco triunfal en el lado del evangelio presenta en el frente una pareja de grifos afrontados que picotean una copa que sostienen con sus patas delanteras interiores; por encima, grandes hojas carnosas enrolladas en sus extremos y, entre ellas, una cabeza grotesca de ojos saltones que parece estar chupando uno de sus dedos.
En el lateral que da al presbiterio hay decoración vegetal y en el que da a la nave un personaje que sujeta algo con su mano izquierda.


El capitel del lado de la epístola contiene en el frente la escena de Sansón desquijarando al león, muy representada en el arte Románico y fundamentalmente en los arcos triunfales de los templos. Ya los Padres de la Iglesia entre los siglos IV y VI se refirieron a distintos pasajes del Antiguo Testamento como prefiguraciones de Cristo, que más tarde tuvieron su representación iconográfica en el arte medieval.
Concretamente la lucha de Sansón contra el león se tenía por imagen del enfrentamiento de Cristo contra el demonio.





















En ambos laterales del capitel vemos águilas con las alas extendidas.
No me resisto a comentar aquí, aunque atañe a todo el conjunto, la dificultad para conseguir buenas tomas y encuadres fotográficos debido a la proliferación de mangueras de cableado y a los mismos focos de iluminación que afean y mucho, al menos desde mi punto de vista, la excelente decoración escultórica, tanto a nivel iconográfico como de tallado, de todos y cada uno de los capiteles. Creo que la instalación eléctrica de que se ha dotado a la cabecera del templo no es ni de lejos la más adecuada; al menos estéticamente deja mucho que desear.



Respecto a los capiteles de las columnas que sostienen los arcos ciegos, vamos a comenzar por el más cercano a la nave del lado del evangelio. Una cabeza de rasgos felinos, posiblemente un león, sujeta racimos de uvas con la boca, de la que surgen también tallos con piñas.
En el lateral, un ave picotea las ramas de una vid repleta de racimos; en el cimacio, decoración de tacos o billetes.



En las columnas dobles del centro de la arcada aparecen dos capiteles unidos que están decorados, respectivamente, por dos arpías aves con las alas extendidas y el cuerpo recubierto de plumas que se apoyan en el astrágalo que separa fuste y capitel.
En el otro, dos leones pasantes afrontados, con la cola entre las patas traseras para reposar en el lomo y las garras también apoyadas en el astrágalo correspondiente; por encima de cada uno de ellos hay dos cabezas de animales, una de perro y otra de carnero.
Hay un solo cimacio para ambos capiteles, que se decora con un tallo del que brotan hojas carnosas enroscadas.


El capitel restante de este lado se decora con enormes hojas carnosas de las que penden una especie de vasijas; por encima aparecen unos caulículos entre los que emergen dos cabezas, una de mujer con toca que sujeta con las manos la hoja que tiene delante, la otra de simio, o cuando menos de rasgos grotescos, que parece sonreir.
El cimacio presenta una frondosa decoración vegetal con flores de lis rodeadas por tallos ondulantes.



Los capiteles de las columnas laterales de la arquería ciega del lado de la epístola ofrecen ambos decoración vegetal, aunque son distintos entre sí.
En el más cercano al ábside vemos carnosas hojas lanceoladas rematadas en bayas con profundo nervio central y por encima una especie de rueda dentada. En el cimacio, clípeos entrelazados que albergan distintas figuras tales como un batracio, un ibis, un ave empenachada, un personaje acuclillado sujetando el clípeo y un puerco.
En el otro aparecen también las hojas carnosas lanceoladas con bayas, pero sin el nervio central; en esta ocasión, por encima, se distinguen varios caulículos. El cimacio se decora con tallos ondulados conteniendo flores pentapétalas.


La doble columna central remata en capitel labrado en un solo bloque que, según opinión de los expertos, atesora una calidad excepcional y es el que mejor define el estilo de su autor.
Están representados dos centauros que combaten armados uno con arco y el otro con lanza, prácticamente de bulto redondo, sobre hojas carnosas lanceoladas de profundo nervio central, que también animan otros capiteles de la arquería ciega.
La decoración de los respectivos cuerpos de cuadrúpedo es diferente, aunque en ambos destacan las poderosas pezuñas partidas; en uno se representa el pelaje mediante mechones triangulares que se enroscan en las puntas y en el otro mediante triángulos más pequeños unidos por la base. En lo que atañe a las cabezas, también se aprecian similitudes y diferencias; entre aquéllas, la melena partida, los ojos saltones de pupilas horadadas y el rictus de la boca, con las comisuras de los labios hacia abajo; entre éstas, uno lleva barba y una especie de gorro o casco, al tiempo que el otro es lampiño y va destocado.
El cimacio presenta un tallo enroscado conteniendo flores de lis.





















Las caras laterales del capitel también son extraordinarias. En la oriental aparece un híbrido con brazos y cabeza humanos, torso con alas y cuerpo serpentiforme con escamas que se enrosca al final; parece situarse sobre una serpiente, de la que se distingue la cabeza en el extremo junto al muro, aunque bien pudiera ser la cola del propio híbrido. La cabeza, tocada con gorro frigio, presenta los rasgos de un hombre, con barba y el rictus de comisuras caídas ya visto en los centauros; parece lanzar una piedra u otro objeto con su brazo derecho.
Al otro lado hay una sirena que sujeta con la mano derecha su cola escamosa en alto y con la izquierda se atusa la larga melena partida. Ambos tienen también, como los centauros, los ojos horadados, seguramente con la intención de contener una pasta vítrea para dar más realismo a la escena.
Según señala la Enciclopedia del Románico, hay una réplica casi exacta en una iglesia asturiana, Santa María de Villanueva, aunque no se ha determinado con exactitud cual de los dos es el más antiguo; lo que sí parece seguro es la autoría de un mismo taller o escultor para ambos capiteles.





















En la intervención de los años 80 del siglo XX, ya mencionada en otras ocasiones, se cubrió la nave con la actual armadura de par  y nudillo.
La pila bautismal es probablemente medieval, aunque no se conoce su datación precisa; elevada sobre una base circular, la copa es troncocónica y sin ornamentación, con aproximadamente 115 cm. de diámetro en la boca y 65 cm. de altura.



Junto al arco triunfal, en el lado del evangelio, encontramos una imagen de la Inmaculada Concepción sobre una columna de sección poligonal; siguiendo su iconografía tradicional va vestida con túnica blanca y manto azul, símbolos de pureza y eternidad, respectivamente, teniendo bajo sus pies la luna en cuarto menguante con una serpiente enroscada, simbolizando su dominio sobre el pecado.
En un lucillo apuntado, situado en el muro norte de la nave, encontramos las imágenes de San Roque y San Antón (o San Antonio Abad), aquel vestido de peregrino con bordón y sombrero, herido en la pierna izquierda y acompañado de un perro, y éste con un cerdo a sus pies y hábito monacal, con una cruz en el escapulario; en el intradós del arcosolio se conservan restos de pinturas murales con dibujos geométricos.


Es preciso también mencionar un retablo de la segunda mitad del siglo XVII ubicado en el muro sur, frente a la puerta de acceso al templo; de un solo cuerpo dividido en tres calles, se sitúa el Sagrario en la central con dos imágenes de bulto redondo en las laterales, donde vemos unos lienzos que representan a los cuatro Doctores de la Iglesia Latina, san Ambrosio, san Jerónimo, san Agustín y san Gregorio Magno.
En el ático un gran lienzo con la figura de San Benito y en el banco una escena del Nacimiento.


De igual modo encontramos un altar portátil, datado hacia 1600, cuyo cuerpo alberga a Cristo crucificado entre los dos ladrones, igualmente crucificados, bajo un arco rebajado, en cuyas enjutas se ha dispuesto un relieve de la Anunciación. En el interior de las hojas laterales, que se pueden cerrar sobre el cuerpo del altar, se ha pintado sobre tabla a los cuatro evangelistas con sus símbolos respectivos.
Arriba, en el ático, igualmente pintado sobre tabla, el busto de Dios Padre.


En el muro septentrional de la nave recibe culto un crucificado de tres clavos tallado en madera de pino policromada, cuyas dimensiones son 178x162 cm; la cabeza va ceñida por una corona de espino natural y está representado en los instantes posteriores a la expiración; la cruz es de madera maciza en forma de tronco con nudos sin desbastar.
Según la documentación parroquial data de 1787 y se atribuye a José Cifuentes Esteban. Bajo la advocación de Cristo del Amparo, es la imagen titular de la Hermandad de Penitencia, que desfila procesionalmente la noche del Miércoles Santo desde el año 1956.

Fotografía tomada de la página www.capaspardas.es
La procesión, una de las más conocidas de Zamora, es conocida a nivel popular como Las Capas pardas, por el hábito que visten los hermanos, una capa alistana, de color pardo, paño grueso y capucha puntiaguda de amplia vuelta y con esclavina de flecos recortados.


FUENTES.-

- RIVERA DE LAS HERAS, J.A. "Por la catedral, iglesias y ermitas de la ciudad de Zamora". 
  Edilesa, 1ª edición. 2001
- GARCÍA GUINEA, M.A. y PÉREZ GONZÁLEZ, J.M. "Enciclopedia del Románico en Castilla y León.     Zamora". Fundación Santa María La Real. Centro de Estudios del Románico. 
 Aguilar de Campoo, 2002.
- FERRERO FERRERO, F. "La configuración urbana de Zamora durante la época románica".
  Studia Zamorensia. ISSN 0214. Nº 8. 2008
- CABAÑAS VÁZQUEZ, C. "Las huellas del tiempo en el plano de Zamora". Ayuntamiento de Zamora     2002






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